José Vicente Pascual González - Blogs
Diario Vasco - 24-11-2011
El escándalo más sonado de la literatura vasca de los últimos años llegó ayer a su aparente final con las palabras, precisamente, de su principal y hasta ahora ausente protagonista. Joseba Sarrionandia, escritor desaparecido desde 1985 tras fugarse de la cárcel de Martutene donde estaba condenado por ser miembro de ETA, tomó ayer la palabra -por boca de su hermana- en la gala de entrega de los Premios Euskadi de Literatura para defender públicamente la concesión a su libro 'Moroak gara behelaino artean?' ('¿Somos moros entre la niebla?') del galardón al mejor ensayo en euskera de 2011. Fueron apenas cinco párrafos -un folio remitido vía correo electrónico a su familia presumiblemente desde Cuba- con los que Sarrionandia quiso zanjar la polémica surgida el 3 de octubre al anunciar el Gobierno vasco su decisión de «retenerle» los 18.000 euros del premio hasta que la Justicia confirmara que el escritor no tenía causas pendientes.
Se trata de la primera vez que las opiniones de Sarrionandia llegan de forma directa, sin intermediarios, a Euskadi. Fuera de su extensa producción literaria, en este cuarto de siglo han sido contadas las ocasiones en que ha hecho públicas sus reflexiones personales: apenas dos entrevistas en publicaciones literarias y un artículo de opinión sobre una de las treguas de ETA.
Tras recoger el galardón de manos de la consejera Blanca Urgell, Mariaje Sarrionandia leyó una carta, escrita íntegramente en euskera, en la que su hermano ofrece su particular visión sobre todo lo acontencido estas últimas semanas y en la que intenta aclarar el fondo mismo del argumento de su obra, que según su parecer, no se ha debido entender del todo bien. «En la prensa se ha dicho, para tratar de defenderme, que yo no escribo sobre la política de nuestro pueblo. Pero todas las páginas del libro son sobre política. Quizá no en los términos de las discusiones de la calle o los medios, pero después de la introducción histórica, las últimas 300 páginas son reflexiones sobre nuestro conflicto y las oportunidades que tenemos para solucionarlo», analiza en su misiva.
«Jurado valiente»
Sarrionandia también aprovecha la comunicación para agradecer al jurado del certamen la «valentía» que ha tenido a la hora de premiarle, «porque aun a sabiendas de las consecuencias que ello iba a tener, han decidido seguir adelante». A renglón seguido, el escritor demuestra que, a pesar de encontrarse en paradero desconocido, sigue en contacto gracias a Internet con la actualidad española y ha estado al tanto de lo que se ha escrito sobre él, sobre todo «en la prensa española». Llegado a este punto, habla en tercera persona cuando «agradece a todos los que han salido en defensa del satanizado, sobre todo por la prensa española, donde los vascos, en muchos aspectos, tenemos que andar como en tierra de enemigos».
Más adelante, Sarrionandia asegura haber leído este año otros «cuatro hermosos libros de ensayo que no se merecían menos que yo este premio». En concreto, se refiere a obras de Koldo Izagirre, Patziku Perurena, Ignazio Aiestaran y Kepa Altonaga, estos dos últimos finalistas este año en la misma modalidad en la que él se ha hecho con el galardón. «Según he ido leyéndolos me he dado cuenta de que mis preocupaciones y mis angustias eran, de una forma, las mismas que las de ellos», confiesa.
El escritor cierra su carta con una alusión directa a un artículo sobre esta polémica publicado en El Correo, al que se refiere como «el periódico del Don Celes de mi niñez». Es el «único que me ha llegado en papel» y en él leyó una columna de opinión firmada por un profesor de la UPV. Según Sarrionandia, su autor defendía que cualquier gobierno tiene la obligación de impulsar la «literatura de su cuerda». «De ahí se puede sacar la conclusión de que se hace literatura según el gobierno que la promociona y no al contrario. La literatura debe explicar de forma natural los problemas y tiene que plantear preguntas, mientras que el papel de las administraciones sólo es promocionarlas», opina para cerrar su carta.
El resto de la gala se celebró sin mayores sobresaltos. Los otros seis premiados recogieron los galardones de manos de Blanca Urgell, la máxima representante del Gobierno vasco, que estuvo acompañada por su viceconsejero, Antonio Ribera. «Esperemos que este sea el punto final a todo lo que ha pasado», comentó en tono optimista poco antes del inicio de la ceremonia.
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