domingo, 6 de noviembre de 2011

Isaac Rosa


José Vicente Pascual González - Blogs
06.11.11 - 00:08 - 
Diario Montañés
Pragmático y directo, Isaac Rosa (Sevilla, 1974) no ve «posible» un libro sobre la crisis en la literatura española. Dice el autor de 'El país del miedo' y 'El vano ayer' que la cultura en España «se ha alejado de lo social» para ocupar un lugar «irrelevante» en lo social y político. En pleno estallido del desempleo, con una crisis envenenada, el novelista sevillano trae el próximo martes a la Tribuna Literaria del Casyc su último libro, 'La mano invisible', un texto que se adentra en el deterioro laboral de los trabajadores y en su efecto en la sociedad. «El paro es la verdadera reforma laboral; lo que ha cambiado las condiciones de trabajo son los cinco millones de parados, no una ley», dice Isaac Rosa, que mira al entorno laboral en su nueva novela, una materia paradójicamente invisible en la literatura nacional.
-La actualidad obliga a hablar de contratos basura, condiciones precarias o salarios ínfimos. Pero su novela va más allá, como si el trabajo en sí fuera el mal a condenar...
-Las preguntas que plantea la novela me las hacía antes de que estallara la crisis, cuando comenzaba el deteriorando del mundo laboral. Era todavía un momento en el que los trabajadores parecía que teníamos un poder adquisitivo y unas condiciones sociales que compensaban todo el deterioro que conlleva el trabajo, entendido este desde un punto de vista capitalista. Ahora, esa compensación está desapareciendo y esas preguntas tienen mucho más sentido; son más pertinentes.
-¿En qué sentido se está deteriorando el trabajo?
-El trabajo nos da una identidad, y el trabajo precario se está traduciendo en vidas precarias: hay una degradación en las condiciones de vida en todos los sentidos ya que, en la actualidad, por las horas que se dedican y por el desgaste mental y físico que provoca nos condiciona toda la vida. El trabajo precario ha producido una vida precaria.
-Menudo tema para su nueva novela en un momento en que España supera récords de parados... ¿Cree que ahora se trabaja a cualquier precio? ¿En qué sentido afecta a la sociedad?
-Ahora se trabaja a cualquier precio, un precio muy bajo en todos los sentidos. Nos fijamos en los cinco millones de parados, pero no nos fijamos en los que están trabajando más horas que nunca a cambio de menos salario y en peores condiciones. Incluso entre los propios trabajadores la tensión es mayor por miedo a ser el próximo en salir. Eso crea una precariedad y una inseguridad cuyas consecuencias paga toda la sociedad: se manifiesta en los hogares, en las familias... La propia democracia se ve dañada por una situación así.
-¿Cree que el 20-N cambiará algo?
-El pronóstico que muchos compartimos es que puede cambiarlo, pero a peor. Y no sólo por el resultado, que da como vencedor a un partido que lleva un programa repleto de ambigüedades, sino porque a nivel nacional e internacional lo que va a continuar son las políticas de ajuste, los recortes y las reformas que terminarán pagando los trabajadores.
-Charles Bukowski fue cartero, Ivan Klima, basurero... ¿Conoce narradores españoles que procedan de sectores como los que refleja en su libro?
-Ser novelista es un trabajo, no sólo una categoría artística. Trabajo como escritor de periódico y ocupaciones relacionadas con mi tarea como novelista. Vivo de mi trabajo. Conozco a muchos escritores trabajadores, funcionarios, profesores, administrativos, comerciales... La mayor parte de ellos procede de una clase social media alta, que han tenido oportunidades educativas y sociales. No conozco a ninguno que se dedique a los empleos de los que hablo en el libro.
-¿Y por qué las profesiones que retrata en su libro tienen tan poca presencia en la narrativa actual?
-En España no hay novelas en las que el protagonista sea lo laboral, hay muy pocas, ni novelas en las que sean trabajadores los protagonistas, como en 'La mano invisible'; no hay prácticamente ninguna. Si nos ponemos a recordar las profesiones de los personajes que hemos leído no recordamos sus trabajos. Es algo secundario. Creo que tiene que ver con un alejamiento de lo social por parte de la cultura. Es algo muy español. En Francia y no digamos países como Argentina o México, lo social está mucho más presente en la cultura. En Latinoamérica hay conflictos muy duros y aparecen en el cine y la literatura, pero aquí no, y entre los que no aparecen está el laboral.
-¿A qué cree que se debe ese silencio?
-Este silencio tiene que ver con el lugar que ocupa la cultura en España desde la Transición. Una vez superado el franquismo, con la llegada de la democracia uno de los precios que se pagó fue el de desactivar esa cultura resistente en escritores y cineastas. Eso dejó a la cultura en un lugar de prestigio entre la sociedad pero sin relevancia política ni social; es decir, en un lugar irrelevante. Echo de menos esa voz de la cultura, más allá de firmar manifiestos o acudir a concentraciones, echo en falta que la literatura o el cine sacudan a la sociedad.
-Escribe una columna titulada 'Trabajar cansa', con los tiempos que corren está algo mal visto decir esto...
-Es el nombre de un poema de Cesare Pavese, y lo usé a modo de homenaje. Es una proclama subversiva, un canto a la pereza a no trabajar ocho horas diarias. Pero ahora tiene una doble lectura. De repente, como ha sucedido con 'La mano invisible', la crisis la ha vuelto más actual, ahora se ha convertido en algo más político y subversivo. Decir que tenemos que dar las gracias y aguantar lo que te echen es una trampa. La verdadera reforma laboral es el paro: lo que ha cambiado las condiciones laborales de todos son los cinco millones de parados. Hemos aceptado trabajar de cualquier manera y a cualquier precio sin necesidad de redactar una ley, aprobarla en el Congreso y publicarla en el BOE. El paro ha sido la verdadera reforma laboral por encima de cualquier convenio o texto legal.
-La Guerra Civil abrió su carrera literaria con su premiado 'La malamemoria', que luego reeditó como 'Otra maldita novela sobre la guerra civil'. ¿Cree que la crisis actual necesitará dentro de unos años de un libro tipo '¡Otra maldita novela sobre la crisis!'?
-No vemos muchos libros sobre la crisis. Si bien el formato ensayo o el planfleto se ha revitalizado, no estoy viendo títulos que interpreten la actual situación desde la ficción sobre la crisis, en España no existe esa literatura que cuente ese malestar e incertidumbre que vivimos. No veo posible ese libro; nadie escribe sobre la crisis porque la cultura ocupa ese lugar irrelevante en la sociedad. La literatura española sigue siendo realista en lo formal, pero es un realismo engañoso porque da la espalda a aquellas realidades más conflictivas.
-Otro de sus libros, 'El país del miedo', retrata a un personaje que vive dominado por el miedo a todo lo que le rodea, y muchos de sus temores son fruto de su imaginación, ¿cree que hay algo de su novela en la realidad actual?
-Es una novela que el tiempo ha actualizado. Cuando la escribí nació del miedo al terrorismo surgido tras el 11-S. Ahora seguimos con miedo pero no al terrorismo global, sino a otros temores más indefinidos como la tecnología, la sanidad... Ahora se impone el miedo económico. Es un temor que funciona y que nos está condicionando a diario. El miedo a quedarte sin trabajo, sin casa, sin ahorros y la amenaza de recortes sociales está cambiando la sociedad. Y es un miedo con el que vivimos todos.

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