viernes, 11 de noviembre de 2011

Carlos Ruiz Zafón - El prisionero del cielo

Barcelona

LA VANGUARDIA.- 11-11-2011


Carlos Ruiz Zafón, el escritor español vivo con más lectores en todo el mundo, publica el 17 de noviembre El prisionero del cielo(editorial Planeta). Esta nueva novela es la tercera de la serie de cuatro que tiene como hilo conductor el Cementerio de los Libros Olvidados, un misterioso y barroco espacio en los subterráneos de la vieja Barcelona que ya acompaña en el olimpo de lugares literarios míticos al París apache de Eugenio Sue, el castillo de If de Alejandro Dumas, la Zenda de Anthony Hope o Macondo. La tirada inicial de un millón de ejemplares se suma a los más de 25 millones en circulación por cincuenta países de las dos entregas anteriores, La sombra del viento y El juego del ángel.

Se cumple, precisamente, este año un decenio de la aparición de la novela que marcó un punto de inflexión en su vida. Carlos Ruiz Zafón (Barcelona, 1964) inició su trayectoria literaria en 1992 conEl príncipe de la niebla, novela juvenil a la que siguieron otras tres que, si bien le proporcionaron numerosos lectores y cierta estabilidad económica, no le dieron visibilidad literaria. La sombra del viento, su primera novela para adultos, le proyectó internacionalmente en pocos años a un nivel desconocido para autores peninsulares.

El escritor, sin embargo, no considera que este proceso le haya cambiado personalmente, “ni mi modo de trabajar o de entender las cosas –dice–. Yo llevo dedicado a esto ya unos 20 años, y para mí siempre ha sido un camino progresivo. Uno va dando pequeños pasos y, al cabo del tiempo, empieza a ver la distancia recorrida. Lo que más ha cambiado es la percepción que otras personas pueden tener de mí o el modo en que a veces se sienten llamados a reaccionar, sea positiva o negativamente, pero fuera de eso, yo soy la misma persona que era, algo más cascado y, espero, algo más experimentado”.

¿Qué tipo de relación mantiene con sus lectores? ¿Le condicionan sus comentarios? ¿En algún momento ha llegado a agobiarle el ser una persona conocida y muy leída?

La principal relación de un escritor con sus lectores es a través de su obra. Uno trabaja duro e intenta crear lo mejor de lo que es capaz para ofrecérselo. En las ocasiones en que he tenido la oportunidad de hablar con lectores por todo el mundo, la relación siempre ha sido muy positiva, y me ha sorprendido la generosidad y entusiasmo de la gente por mi trabajo. Me considero muy afortunado y no me siento condicionado, al menos conscientemente, por los comentarios. La mayoría de los que me hacen llegar los lectores son ánimos para que siga escribiendo, y eso, en todo caso, es un estímulo. Y por lo que se refiere a la popularidad, creo que, en el caso de los escritores, es algo llevadero y amable. Imagino que grandes ídolos deportivos u otros personajes deben vivirlo de un modo muy diferente, pero a los escritores, normalmente, sólo se les aproximan los lectores y siempre de un modo respetuoso, amable y que no supone agobio alguno. Al menos esa ha sido mi experiencia durante muchos años.

¿En qué país o área lingüística han funcionado mejor sus libros?

La mayor parte de mis lectores están ubicados en todos los países de Europa y en Estados Unidos, pero he tenido experiencias muy positivas en otros lugares de los cinco continentes. En cuanto a lenguas, posiblemente la que más éxitos me ha deparado es el inglés, seguido del alemán, el francés, el italiano, el español, el holandés, el polaco y otros muchos.

Ha tenido varias ofertas para llevar al cine La sombra del viento, pero no han acabado de cuajar. ¿Por qué?

Es que nunca he tenido interés en transformar mis libros, especialmente el cuarteto del Cementerio de los Libros Olvidados, en otra cosa que no fuesen novelas. Nunca he acabado de entender por qué todo tiene que transformarse en una película, una serie de televisión, un videojuego o lo que sea. Yo siempre he visto estas obras como libros sobre el mundo de los libros, de la lectura, del lenguaje..., creo que ese es su mundo y ahí es donde deben estar. Por ese motivo, nunca he querido vender los derechos ni adaptarlas a ningún otro medio. Para mí, la literatura es donde hago mi trabajo personal, y el cine o la televisión, medios muy interesantes pero diferentes y que, al menos para mí, representan una experiencia muy distinta. Mi prioridad son los libros y mi trabajo personal, aunque siempre hay proyectos e ideas sobre la mesa para trabajar en otros medios.

De Carlos Ruiz Zafón se ha dicho que es un novelista gótico por su tendencia a plasmar ambientes fantasmagóricos, personajes traumáticos, atmósferas neblinosas.

No sé. Yo me veo a mí mismo simplemente como un novelista, sin etiqueta. Supongo que la reputación gótica es un tanto merecida, porque la verdad es que la mayoría de las novelas que he publicado tienen ese tinte, o cierto aire que puede hacer pensar en esa estética. Si así es como lo ven los lectores, no voy yo a discutirlo. En cualquier caso, eso de novelista gótico suena bien. No sé si será verdad, pero me quedo con la etiqueta.

Gótico o no, su universo ofrece abundantes derivaciones. Ya que, paralelamente, a la distribución deLa sombra del viento y El juego del ángel, los editores de muchos países han relanzado sus novelas juveniles anteriores (El palacio de la medianoche, Las luces de septiembre, Marina), que en España son de lectura obligatoria en colegios e institutos. ¿Siente que tiene dos tipos de bolsas de lectores, la adulta y la infantil y juvenil?

Son dos audiencias distintas, sin duda. Lo que pasa, al menos eso es lo que he comprobado en mi caso particular a lo largo de los años, es que, aunque estén separados, forman vasos comunicantes. A veces, lectores adultos sienten curiosidad por explorar las novelas juveniles de mis inicios, y a veces son jóvenes que, habiéndose aficionado a leer con esas novelas, se sienten tentados de entrar en las novelas adultas. Al margen de las diferencias y las limitaciones obvias, lo cierto es que, a menudo, un lector es un lector y la edad a veces es un factor relativo. Yo intento escribir para la gente a quien le gusta leer, sin más. Cada libro encuentra a su lector.

El prisionero del cielo marca un drástico cambio de ritmo en la tetralogía del Cementerio de los Libros Olvidados. Aunque cada novela de esta serie constituye un volumen autónomo, el buen lector zafoniano apreciará el retorno de personajes muy consolidados en libros anteriores y subtramas ya conocidas.

La novela arranca en la Navidad de 1957, a la que “le dio por amanecer todos los días de plomo y escarcha”. La librería de viejo Sempere e Hijos se vuelca en su habitual actividad, que es, a decir verdad, reducida. El protagonista de La sombra del viento, Daniel, hoy felizmente casado y padre de familia, discute con su progenitor posibles sistemas para mejorar la facturación. El inefable Fermín Romero de Torres, siempre al lado de los Sempere, está preparando su boda con Bernarda, paso importante para un impenitente solterón como él. Pero en este panorama, que, aunque austero, resulta plácido y entrañable, la llegada de un visitante inesperado devuelve de golpe los recuerdos de épocas terribles y de espacios tan siniestros como los calabozos del castillo de Montjuïc, donde, tras la entrada de las tropas franquistas en Barcelona en 1939, se practicaba una implacable represión bajo la dirección del frustrado letraherido Mauricio Valls, posteriormente prohombre del Régimen. Y, de repente, también el estable matrimonio de Daniel se ensombrece.

Pero aunque El prisionero del cielo comparte personajes abyectos y situaciones siniestras de novelas anteriores, la novedad es que el libro está también muy cargado de un humor al que Carlos Ruiz Zafón parece haber querido dar rienda suelta y que se adereza con la incorporación de un elenco de simpáticos perdedores, como el escribidor Oswaldo Darío de Mortenssen o la Rociíto, en torno a la figura central de ese lumpen atento, redicho y sorprendente que es Fermín Romero de Torres, sobre cuya identidad aparecen nuevas revelaciones.

“La idea siempre fue que El juego del ángel iba a representar el momento más oscuro y turbio de la serie –confiesa–. Es una novela complicada, pero, a través de El prisionero del cielo, se reestructura completamente, como si fuese un rompecabezas que parecía no tener sentido y, de repente, encajan todas las piezas. Creo que muchos lectores a quienes la trama de El juego del ángel les pareció difícil de entender verán ahora qué es lo que realmente estaba sucediendo y verán también a los personajes y los sucesos de esa historia de un modo muy diferente. Este siempre fue mi plan, y siempre supe que El juego… iba a dejar a algunos lectores desconcertados, pero que luego todo se aclararía y la historia cobraría toda su fuerza. Otro factor en este cuarteto de novelas es que, desde el principio, quise que cada una tuviese su propia personalidad, su propio estilo y atmósfera particular. En este sentido, El prisionero del cielo es, efectivamente, una novela con mucho humor y con un ritmo mucho más trepidante que las dos anteriores; forma parte del diseño original de la tetralogía”.

El protagonista es claramente ahora Fermín Romero de Torres, una figura directamente salida de la picaresca. ¿Qué piensa de este hijo suyo que ahora se emancipa?

Fermín siempre está ahí. Es un inquilino permanente en mi cerebro. Yo creo que ocupa de modo permanente un 25% de mi masa encefálica, y no hay modo de que me libre de él. Es un personaje muy próximo a mí, y aunque en La sombra del viento su papel era secundario, el plan original era que en la tercera parte Fermín tomaría las riendas de la historia. Fermín tenía ganas de volver, y yo tenía ganas de que volviese porque lo paso bien con él y creo que él y Julián Carax (el escritor maldito de La sombra del viento) son los dos personajes con los que mejor me entiendo y que están más cerca de mí. En El juego del ángel, a Fermín le tocó chupar banquillo, pero ahora vuelve a por la goleada. Es lo suyo. No puedo hacer nada por detenerle.

Aunque hay momentos duros, toda la novela tiene un tono de fábula, en la línea de Dickens, a quien usted rinde varios homenajes. Es un libro en el que, a diferencia de El juego del ángel, triunfan los buenos sentimientos. ¿Respondía también a un humor especial suyo?

Pasado el trago duro de El juego del ángel, me apetecía trabajar en una novela con la que disfrutase al escribir y con la que los lectores disfrutasen casi tanto como yo con ella.

La Guerra Civil es un telón de fondo muy presente en este libro. Pero su visión del tema es descreída, ácrata y sin ninguna simpatía por nadie ni por ningún bando.

Mi visión personal de las guerras y las inflamaciones y delirios ideológicos y dogmáticos de todo signo e inclinación tiende a ser escéptica, sí, y creo que eso se refleja en las historias que escribo. Las moralinas, discursos, proclamas o apologías sectarias me inspiran recelo y es que, casi sin excepción, acostumbran a enmascarar intereses mezquinos y de poco calado. La Guerra Civil fue una tragedia sin precedentes en la historia moderna de España, y nunca se me ocurriría utilizarla como excusa para construir un relato sectario o dogmático.

En El prisionero del cielo, regresa al Cementerio de los Libros Olvidados, pero tampoco ahora es fácil familiarizarse con todos sus secretos. ¿Habrá que esperar al cuarto volumen para saberlos o bien no se acabarán nunca de conocer del todo?

En El prisionero del cielo, se desvelan muchos secretos ocultos en el corazón de la serie, pero el escenario concreto del cementerio, de la biblioteca laberíntica, todavía tiene enigmas que conoceremos más adelante. En este caso, lo que ocurre es que la historia nos aporta muchas más claves sobre los personajes, su relación, sus secretos y sobre lo que realmente esta sucediendo en el centro de la intriga. Creo que El prisionero del cielo es el lugar donde el concepto de las cuatro novelas interconectadas finalmente se hace evidente, y todo lo que el lector descubre en sus páginas le permite reinterpretar los dos libros anteriores.

¿Cuánto ha tardado en escribirla? ¿Qué escena o capítulo le gusta más del nuevo libro?

Ha sido un proceso diferente al de los dos libros anteriores porque, en este caso, dediqué mucho tiempo a pensar y diseñar aspectos de la historia y su mundo antes de escribirlos. Creo que a algunos novelistas les ocurre que, a medida que pasa el tiempo, piensan en las cosas más lentamente y luego, una vez puestos, escriben más rápido. El prisionero del cielo era una historia que veía tan clara y que tenía en sí misma una energía especial que me ha llevado a trabajar más aprisa que en, por ejemplo, El juego del ángel. Por fin tenía la sensación de haber cruzado el ecuador de la historia y de iniciar ese descenso trepidante hacia el gran final que será la cuarta novela. Mi escena favorita, aunque hay muchas, es la del último baile de Fermín en una noche muy especial para él, hacia el final de la historia, aunque toda la historia que nos revela Fermín, la terrible aventura que ha guardado en secreto durante muchos años, es una de mis secciones favoritas en el cuarteto.

Recuerda el autor barcelonés que el punto de partida de sus obras “tiene diferentes niveles. El mundo de la novela en sí lo genera una premisa, un concepto, pero el relato suele empezar con una imagen, un elemento que sugiere y contiene la esencia de la historia. Y, por supuesto, toda historia es consecuencia de sus personajes. Son varios factores que convergen en un punto determinado y que le permiten ver a uno cuál es el momento específico en que debe empezar la función”. Como en los dos volúmenes anteriores, en El prisionero del cielo hay una elegía al libro en papel y a toda una tradición de la literatura popular de mucha raigambre. Por ello, muchos críticos han destacado el simbolismo de que un relato como este haya calado tan hondo en unos años en que se discute si la edición en papel dará paso del todo o sólo parcialmente (o incluso muy poco) a la edición digital. Carlos Ruiz Zafón no tiene una respuesta clara cuando se le pregunta qué quedará de su romántico universo de autores folletinescos y polvorientos libros olvidados en la nueva galaxia posgutenbergiana.

“No lo sé. Creo que la literatura, el lenguaje, las ideas y la narrativa seguirán adelante, evolucionando y respondiendo a lo que los tiempos les echen, como han hecho siempre. Cambiarán los formatos, el modo en que accedemos a las cosas, seguro. Cambian los soportes y los modos de distribuir, pero esos mismos soportes que ahora nos parecen el último grito y el futuro muy pronto serán otra pieza del pasado y serán sustituidos por otros antes de lo que imaginamos. Una sonata de Mozart es una sonata de Mozart, se escuche en un CD, en un iPod, en un podcast o en un disco de vinilo. Una novela es una novela, se lea en papel, en tinta electrónica, en una tableta o en lo que sea. Si me pregunta por mi gusto personal, creo que el libro en papel, bien editado, es un objeto maravilloso. Pero la literatura es la creación, no el soporte en el que está impresa o grabada”.

Antes de dárselos a su agente y a su editor, sólo una persona, su mujer, tiene acceso a sus textos.

Hace ya más de 20 años que Mari Carmen es mi primera y última lectora. Fermín y Carax saben que, en el fondo, los libros los escribo para ella. Es ella quien los hace posibles y quien les otorga significado.

Esa Barcelona mágica y fantasmagórica de sus novelas, que reaparece en El prisionero del cielo, ¿es una visión real que viene de su infancia? ¿Qué tanto por ciento tiene de la realidad? La Barcelona actual, ¿podría verla del mismo modo?

Mi Barcelona, si se la puede llamar así, es una estilización, una interpretación literaria de la ciudad y de su historia a través de mi propia estética personal. No es un retrato realista ni documental sobre Barcelona, sino más bien un intento de transformar la ciudad más en un personaje de la historia que en un escenario. La Barcelona actual tiene muchas lecturas, sin duda, pero es un mundo diferente. Con todo, siempre intento incorporar la esencia de lo que para mí es el espíritu de la ciudad en las historias. Mi aportación se encuentra más en la puesta en escena, la escenografía y las luces, la composición...

Actualmente, vive la mayor parte del año en Los Ángeles, donde se instaló en 1992. ¿Qué le aporta esta macrourbe californiana?

Paz, tranquilidad, clima, estímulos, amigos, intereses, experiencias y recuerdos, un escenario abierto, cosmopolita y dinámico. Para mí, es un buen lugar para trabajar y concentrarme en las cosas que cuentan de verdad y olvidar las que, aunque hagan a veces ruido, no.

¿Qué fecha se ha dado para cerrar su tetralogía del Cementerio de los Libros Olvidados?

No me pongo fechas ni plazos porque prefiero ir trabajando a mi ritmo. Cuando una novela está lista, está lista. Ni un minuto antes, ni después. Supongo, y esto es un cálculo especulativo, que la última novela de la serie verá la luz en un par o tres años a lo sumo, si todo va bien, que confío en que vaya.
José Vicente Pascual González - Blogs

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