sábado, 26 de noviembre de 2011

Pedro de Paz - Premio Luis Berenguer


José Vicente Pascual González - Blogs
Diario de Sevilla - 26/11/2011


Por la mañana visitó Sevilla para presentar su libro y por la tarde Pedro de Paz (Madrid, 1969) recibió en San Fernando el Luis Berenguer de Novela en su vigésima edición por La senda trazada, el manuscrito con el que se presentó al premio y que fue seleccionado entre 66 inéditos procedentes de toda España y de países como Francia, Suecia, Ecuador, México y Argentina. El galardón, creado en recuerdo del autor de la célebre novela El mundo de Juan Lobón, un gallego que adoptó la ciudad gaditana como patria, es, para el escritor madrileño, "la vía para llegar a más lectores" aunque "nadie escribe pensando que le van a premiar". Es un premio "con mucho prestigio, con un elenco [de ganadores anteriores como Félix J. Palma y Andrés Pérez Domínguez] muy potente a los que respeto muchísimo y al que me apetecía pertenecer", confiesa con enorme sinceridad. 

Tras 20 años como programador informático, profesión a la que se acercó "en el boomde la informática doméstica", en 2004 recuperó ese "impulso escritor adolescente" con la publicación de El hombre que mató a Durruti, obra premiada en el certamen de Novela Corta José Saramago. "Fue una historia un poco rocambolesca: escribí una historia que no quería escribir, me presenté a un concurso sin querer presentarme y voy y gano un premio. Básicamente", recuerda entre risas. A esta afortunada naración le sucedió Muñecas de cristal (2006), una ficción con la que ya intentó presentarse al Luis Berenguer: "Entonces no hubo suerte porque surgió una novela mejor que la mía, porque las hay obviamente, sin ninguna duda". E insiste: "Los premios te dan, principalmente, visibilidad". Aunque también un respiro económico: en su caso, la dotación es de 24.000 euros. 

La senda trazada, que publica Algaida, comparte con sus anteriores títulos el género: el thriller es el lenguaje a través del que el madrileño traza aquí "una historia con un protagonista aparentemente frívolo que me sirve para plantear un conflicto moral". El personaje es Alfonso Heredia, un fotógrafo freelance que, en plena crisis económica y personal, se topa con un libro con extrañas sentencias en caracteres góticos "que anticipa acontecimientos futuros como el fallecimiento de celebridades". Para el autor, "era interesante plantear el hecho de que una persona que está pasando por una mala racha y cuyo modo de vida se basa en anticiparse a noticias recibiera un objeto con el poder de este libro". "¿Es lícito que me aproveche en beneficio propio de algo que sólo yo conozco o debería ser más honesto moralmente y tratar de evitar esas trágicas circunstancias de las que estoy al corriente?", se pregunta al hilo de las decisiones que debe tomar el protagonista del libro. 

Y aunque, lógicamente, estamos en el terreno de lo fantástico, "hay disyuntivas morales muy cercanas a las que plantea el libro que sí pueden darse en la vida real". El argumento de La senda trazada, defiende su autor, propone "ir mucho más allá" y busca explorar en la condición humana. "¿El ser humano es bueno o malo por naturaleza o son las circunstancias las que influyen sobre su comportamiento?", se cuestiona. Y sin ánimo de convertirse en spoiler de su propia obra, la lectura que se puede hacer de esta historia es que "todas las decisiones que se toman en la vida tienen un peaje y nunca se toman del todo libremente". 

Pero aunque "el fondo" sea la cuestión moral, el libro sigue los trazos del género con todos sus recursos, a saber: "ritmo narrativo dinámico, trama ágil, puntos de tensión, atrapar al lector...", enumera de carrerilla el autor con la seguridad de quien describe un patrón prefijado. "Los escritores de género somos lectores de género. Tengo el firme convencimiento de que un escritor no es más que un ávido lector que un día quiere leer una historia y nadie la ha escrito hasta ese momento. Y es entonces cuando empiezas a escribirla. Como escritor reflejas lo que disfrutas como lector". 

En su caso, los clásicos de novela policíaca y negra son sus "referentes": Conan Doyle fue "el maestro y mi gran inspiración a la hora de decidirme a escribir. Mi primera novela, El hombre que mató a Durruti, es un homenaje en el tono y en las formas" a las obras del padre de Sherlock Holmes. A estas lecturas, apunta, le siguieron las de los libros de Dashiel Hammet, Raymond Chandler o de Jim Thompson. Modelos aparte, el ejercicio creativo de De Paz reside en "dar un giro de tuerca" al género negro consciente de sus "habilidades". "Me manejo de una forma más o menos solvente" en el género, presume. En esta historia, que fue presentada a concurso con el título Una mirada como esa "me inspiré en Stephen King, que "es un maestro en convertir en sobrenaturales" elementos y situaciones que parten de lo cotidiano. 

De hecho, La senda trazada surgió, cuenta, "en la-típica-charla de-barra-de-bar con un amigo en la que tratas de arreglar el mundo y te preguntas un montón de cosas como la trascendencia de conocer el futuro". Para cuando regresó aquella noche a su casa "ya no era una conversación trivial, tenía la novela en la cabeza". E insiste: "Tengo una sensación especial cuando descubro que puedo escribir una historia sobre algo. Como la típica bombillita de los dibujos animados. A mí me ocurre. Salta la chispa. Una especie de iluminación que no buscas, la mayoría de las veces te la encuentras".

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