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martes, 29 de noviembre de 2011
Una razón de peso para no leerme
Me la dio, hace algunos años, un entrañable amigo, librero por más señas.
-Verás -dijo confianzudo, tan campechano -. Tengo en la mesita de noche una novela tuya desde hace dos años, y voy por la página cuarenta. No creas... mi costumbre es leer cada noche un par de horas antes de dormir, salvo que me haya emborrachado, claro. Y como tengo la desgracia de emborracharme todas las noches, pues eso... Que voy por la página cuarenta.
Hay lógicas que son inapelables. Aplastantes. Demasiado reveladoras.
José Luis Sampedro, Premio Nacional de las Letras
José Vicente Pascual González - Blogs
El Mundo - 29/11/2011
José Luis Sampedro, premiadísimo a lo largo de su polifacética trayectoria (es economista a la par que escritor de obras narrativas y teatrales, ha sido senador y profesor y es miembro de la RAE desde 1990), suma esta vez uno de los más grandes reconocimientos literarios de España. El Premio Nacional de las Letras, el más prestigioso tras el Cervantes y dotado con 40.000 euros, destaca una vez más la influencia del autor de 'La sonrisa etrusca', que ya tiene 94 años.
Una edad que convierte a en testigo esencial de la Historia reciente española: antes de la Guerra Civil ya se había sacado una plaza de funcionario.
El autor barcelonés recibió también este año la Orden de las Artes y las Letras de España. "Soy un aprendiz de mi mismo", dijo entonces. En 2010, recibió el Premio Internacional Menéndez Pelayo' (2010) y en su curriculum también figura el Nacional de Teatro. "Al pintor Zuloaga en su más alta madurez le preguntaron una vez: "¿Cuáles son sus preocupaciones estéticas actuales?". La respuesta: Trabajar mucho. Ese es mi método, poner la oreja hacia lo que tengo dentro y tratar de contarlo", contaba Sampedro hace años en un encuentro digital en ELMUNDO.es
Ha conciliado el desempeño de altos cargos administrativos y académicos con una reconocida producción literaria que lo cualifican como uno de los más importantes escritores vivos en lengua española, así como unareferencia intelectual en la España de la segunda mitad del siglo XX.
El novelista y ensayista nació en Barcelona el 1 de febrero de 1917 y, con sólo un año, se trasladó junto a sus padres a la ciudad portuaria deTánger (Marruecos), donde permaneció hasta los 13 años y que en aquel momento estaba administrada por varios países europeos.
Su pensamiento económico se proyecta sobre la naturaleza social de la actividad económica y sus efectos sobre la realidad social en que se desarrollan. En este sentido, aboga por una economía más humana y solidaria, capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos.
Antes de la Guerra Civil, logró una plaza como funcionario de aduanas en Santander y, ya en 1940, pidió el traslado a la capital, donde se casó con su primera esposa, Isabel Pellicer, y comenzó la carrera de Ciencias Económicas, licenciándose en 1947 con Premio Extraordinario.
Durante esta época, escribió sus dos primeras novelas, 'La estatua de Adolfo Espejo' (1939) y 'La sombra de los días' (1947), que no vieron la luz hasta los años 90. Asimismo, el autor publicó su primera obra de teatro, 'La paloma de cartón', en el año 1948. "Los libros nacen de muchas fuentes: el ansia de notoriedad, el afán de dinero, la vanidad y, a veces, el genio. Los mejores, incluso los geniales, nacen de una necesidad inexplicable e ineludible de expresarse con la palabra", opina Sampedro.
En 1948, comenzó a trabajar en el Servicio de Estudios del Banco Exterior de España y, durante esta etapa, compaginó su labor con su faceta como profesor en la Universidad de Madrid. Tres años más tarde, se convirtió en asesor en el Ministerio de Comercio.
Ya en 1955, accedió a la cátedra de Estructura Económica de la Universidad de Madrid, donde permaneció hasta 1969, y regresó al Banco Exterior. Durante estos años, escribió su segunda obra de teatro, 'Un sitio para vivir' (1955), y diversos libros de carácter económico.
Por aquel entonces, el autor de 'El río que nos lleva' (1961) sus artículos y obras de carácter económico ya denunciaban los excesos del capitalismo, que, según Sampedro, ha entrado en barrena y sólo se detendrá cuando se tope con el suelo, cuando llegue la "catástrofe".
Tras su jubilación, Sampedro se dedicó a su principal pasión, la escritura, y durante esta etapa publicó, entre otras obras, 'La sonrisa etrusca' (1985), 'La vieja sirena' y 'El amante lesbiano' (2000), con las que obtuvo el reconocimiento de crítica y público.
El jurado que ha fallado el premio ha estado presido por el director general del Libro, Rogelio Blanco y han formado parte de él, entre otros, José Antonio Pascual, Jordi Cornudella, María José Rivera, Anna Caballé y los dos últimos autores galardonados, Rafael Sánchez Ferlosio (2009) yJosep María Castellet.
lunes, 28 de noviembre de 2011
Telediarios
Hace ya mucho que los dueños de los periódicos decidieron que a los lectores de prensa no les gusta leer la prensa. Convirtieron los tabloides en soso carrusel de titulares, con desarrollo de las noticias adaptado para niños de primaria; el resto del papel se remozó en pasquines publicitarios llenos de ofertas, promociones, vajillas y otros regalos entre los que se echa a faltar la muñeca chochona de las tómbolas. Cuando entone su último adiós, arrasada por los medios que sí hacen periodismo en Internet, la prensa en formato papel se despedirá con un sabor amargo a indignidad. Es su destino y bien que me pesa.
Las mentes pensante que dirigen la industria de la información también han decidido que ya no nos gusta ver el telediario, a la hora de los garbanzos. Los informativos, sean de la cadena que sean, se han especializado en cuatro bloques básicos, que son como el Fierabrás del éxito medido en audiencia:
-Noticias y actualidad de carácter general: 5 minutos y gracias.
-Sucesos, curiosidades de Internet: 15 minutos.
-Deportes (con muchos vídeos que ya hemos visto en Internet): 10 minutos.
-El tiempo (con información meteorológica que ya sabemos, porque son las 15'25 y ocasión ha habido, a lo largo de la jornada, de comprobar si llueve, hace frío o luce el sol): otros 10 minutitos.
Y con eso un bizcocho...
Al final, van a conseguirlo del todo. Igual que la gente se borra de comprar los periódicos, dentro de nada se ahorrará los informativos en horas familiares. Total, los contenidos están al alcance de cualquiera, en cualquier momento del día, "a un click" (con perdón por la expresión, un poco horterilla).
Aunque puede que salgamos ganando. A la hora de comer, charleta en familia, como antiguamente, en vez de estar todos pendientes del televisor. Igual resulta un avance. O un retroceso... Yo qué sé. Lo único que doy por seguro es que, como decía mi cuñado Orteguita, "Así, no vamos a ninguna parte". Y mira que lo dijo veces, el pobre hombre. Y qué razón tenía, el pobre hombre que en paz descanse.
KEPA MURUA, poeta: "La poesía es balsámica para el lector y el autor"
José Vicente Pascual González - Blogs
Kepa Murua (Zarautz, 1962) estudió Filosofía y Letras en la Universidad del País Vasco y consiguió su licenciatura en Historia del Arte en Oviedo. A mediados de los años 90 del siglo XX regresó al País Vasco y fundó Bassarai Ediciones. Desde entonces mantuvo su trabajo de editor en paralelo a su vida de escritor, pero ninguno de sus libros fue publicado por Bassarai. El pasado verano la editiorial cesó su actividad. Además de una decena de poemarios, es autor de libros de ensayo y varios volúmenes realizados en colaboración con artistas de distintas disciplinas.
Murua ha escrito ya 11 libros de poesía. "Es un trabajo de fondo. Estoy contento, cuando empecé no pensaba que iba a llegar a crear un cuerpo poético de este calibre", reconoce. El gato negro del amor es un libro autobiográfico en el que Murua abordó la crisis de su divorcio, con un cambio de registró que le llevo a adentrarse en la confesión. "Después del agotamiento físico y mental del anterior libro, Poesía sola, pura premonición, de más de 500 páginas, necesitaba caer en la confesión personal", explica. "Por eso el libro es breve pero intenso, íntimo, en el que se mezclan los sentimientos del amor y el desamor. Volví a la poesía confesional porque necesitaba contar cosas. Tuve que dejar de lado la irrealidad visionaria que aparecía en el libro anterior".
En su poesía Murua huye del artificio; en El gato negro del amor se encuentra minimalista. "Busca una poesía más sencilla, más narrativa, más fácil de entender. El tema del amor está muy manido en la poesía y si no lo tratas bien puede caer en el lado de lo kitsch, de lo más romanticón", añade. "El amor es un tema por excelencia en la poesía, pero a veces se les ha ido a los poetas de las manos. Yo quería una poesía concentrada, sin ningún tipo de retórica, en la que hablara de lo que nos duele y de lo que sufrimos con el amor y el desamor, pero también de la esperanza que nos da. El último poema deja la puerta abierta a la esperanza, a lo bueno que queda por venir".
Escribir un ensayo sobre el amor le parece una tarea imposible. La poesía, en cambio, ha puesto a su alcance imágenes con las que hablar del amor y al desamor con más facilidad, superar el miedo a exhibir su mundo más íntimo. "Es un tema muy espinoso. El poeta tiene que tener mucho respeto por lo que dice y por cómo lo va a entender el lector", precisa.
Murua asegura que El gato negro del amor le sirvió de cura. "Es un libro balsámico. La poesía lo es para el lector y el escritor. A la hora de escribir me dolieron algunas cosas, pero al volver a los poemas me he divertido mucho, me he reido de mí mismo al ver que no todo era tan negro. Es un libro con mucho color. El poeta se desnuda con un tema en el que no todo es sufrimiento, con una visión en calma. Finalmente, se descubre una fiesta del amor".
Nunca antes escribió un libro tan vinculado a su experiencia personal. "A veces se olvida que la ficción también es parte de la poesía. No por colocar un yo por delante es el poeta el que lo ha hecho. El poeta se puede meter en el cuerpo de otros y escoger otras voces", recuerda. No ocurre en esta ocasión y la utilización simbólica de los gatos ha ayudado a disimular el carácter autobiográfico de los poemas. "Cada gato se corresponde con un estado de ánimo, cada gato es de un color. Ahí encontré lo que yo llamo el aparato literario del libro", cuenta el autor. Y para hablar de otro amor Murua llevo a su libro la unión de sus padres. "Para que el libro no fuera una caída sin frenos al abismo, coloco, como una parte sustancial de mi biografía, el matrimonio duro y eficaz, tierno y amoroso, a su vez, de mis padres", dice. "Si bien no nos enseñaron a amar, nos mostraron en cambio su cariño".
El gato negro del amor es un libro viajero. Murua empezó a escribir los poemas en Londres, en 2005. Continuó el trabajo en Toronto y Nueva York y lo acabó en Vitoria en 2006. "Yo reconozco en cada poema donde está escrito. Cada uno de ellos tiene un paisaje diferente", afirma. Algunos acaban de cuajar, cree Murua, en el momento que se leen en voz alta ante el público. "Sin lectores, sin un público que escuche, el escritor no es nadie. Prefiero leer los poemas yo mismo porque cuando los he oído en otras voces no me he identificado. En los rapsodas he visto una teatralización que no corresponde con los poemas. La poesía será minoritaria y complementaria, pero siempre tendrá su espacio".
sábado, 26 de noviembre de 2011
Pedro de Paz - Premio Luis Berenguer
José Vicente Pascual González - Blogs
Diario de Sevilla - 26/11/2011
Por la mañana visitó Sevilla para presentar su libro y por la tarde Pedro de Paz (Madrid, 1969) recibió en San Fernando el Luis Berenguer de Novela en su vigésima edición por La senda trazada, el manuscrito con el que se presentó al premio y que fue seleccionado entre 66 inéditos procedentes de toda España y de países como Francia, Suecia, Ecuador, México y Argentina. El galardón, creado en recuerdo del autor de la célebre novela El mundo de Juan Lobón, un gallego que adoptó la ciudad gaditana como patria, es, para el escritor madrileño, "la vía para llegar a más lectores" aunque "nadie escribe pensando que le van a premiar". Es un premio "con mucho prestigio, con un elenco [de ganadores anteriores como Félix J. Palma y Andrés Pérez Domínguez] muy potente a los que respeto muchísimo y al que me apetecía pertenecer", confiesa con enorme sinceridad.
Tras 20 años como programador informático, profesión a la que se acercó "en el boomde la informática doméstica", en 2004 recuperó ese "impulso escritor adolescente" con la publicación de El hombre que mató a Durruti, obra premiada en el certamen de Novela Corta José Saramago. "Fue una historia un poco rocambolesca: escribí una historia que no quería escribir, me presenté a un concurso sin querer presentarme y voy y gano un premio. Básicamente", recuerda entre risas. A esta afortunada naración le sucedió Muñecas de cristal (2006), una ficción con la que ya intentó presentarse al Luis Berenguer: "Entonces no hubo suerte porque surgió una novela mejor que la mía, porque las hay obviamente, sin ninguna duda". E insiste: "Los premios te dan, principalmente, visibilidad". Aunque también un respiro económico: en su caso, la dotación es de 24.000 euros.
La senda trazada, que publica Algaida, comparte con sus anteriores títulos el género: el thriller es el lenguaje a través del que el madrileño traza aquí "una historia con un protagonista aparentemente frívolo que me sirve para plantear un conflicto moral". El personaje es Alfonso Heredia, un fotógrafo freelance que, en plena crisis económica y personal, se topa con un libro con extrañas sentencias en caracteres góticos "que anticipa acontecimientos futuros como el fallecimiento de celebridades". Para el autor, "era interesante plantear el hecho de que una persona que está pasando por una mala racha y cuyo modo de vida se basa en anticiparse a noticias recibiera un objeto con el poder de este libro". "¿Es lícito que me aproveche en beneficio propio de algo que sólo yo conozco o debería ser más honesto moralmente y tratar de evitar esas trágicas circunstancias de las que estoy al corriente?", se pregunta al hilo de las decisiones que debe tomar el protagonista del libro.
Y aunque, lógicamente, estamos en el terreno de lo fantástico, "hay disyuntivas morales muy cercanas a las que plantea el libro que sí pueden darse en la vida real". El argumento de La senda trazada, defiende su autor, propone "ir mucho más allá" y busca explorar en la condición humana. "¿El ser humano es bueno o malo por naturaleza o son las circunstancias las que influyen sobre su comportamiento?", se cuestiona. Y sin ánimo de convertirse en spoiler de su propia obra, la lectura que se puede hacer de esta historia es que "todas las decisiones que se toman en la vida tienen un peaje y nunca se toman del todo libremente".
Pero aunque "el fondo" sea la cuestión moral, el libro sigue los trazos del género con todos sus recursos, a saber: "ritmo narrativo dinámico, trama ágil, puntos de tensión, atrapar al lector...", enumera de carrerilla el autor con la seguridad de quien describe un patrón prefijado. "Los escritores de género somos lectores de género. Tengo el firme convencimiento de que un escritor no es más que un ávido lector que un día quiere leer una historia y nadie la ha escrito hasta ese momento. Y es entonces cuando empiezas a escribirla. Como escritor reflejas lo que disfrutas como lector".
En su caso, los clásicos de novela policíaca y negra son sus "referentes": Conan Doyle fue "el maestro y mi gran inspiración a la hora de decidirme a escribir. Mi primera novela, El hombre que mató a Durruti, es un homenaje en el tono y en las formas" a las obras del padre de Sherlock Holmes. A estas lecturas, apunta, le siguieron las de los libros de Dashiel Hammet, Raymond Chandler o de Jim Thompson. Modelos aparte, el ejercicio creativo de De Paz reside en "dar un giro de tuerca" al género negro consciente de sus "habilidades". "Me manejo de una forma más o menos solvente" en el género, presume. En esta historia, que fue presentada a concurso con el título Una mirada como esa "me inspiré en Stephen King, que "es un maestro en convertir en sobrenaturales" elementos y situaciones que parten de lo cotidiano.
De hecho, La senda trazada surgió, cuenta, "en la-típica-charla de-barra-de-bar con un amigo en la que tratas de arreglar el mundo y te preguntas un montón de cosas como la trascendencia de conocer el futuro". Para cuando regresó aquella noche a su casa "ya no era una conversación trivial, tenía la novela en la cabeza". E insiste: "Tengo una sensación especial cuando descubro que puedo escribir una historia sobre algo. Como la típica bombillita de los dibujos animados. A mí me ocurre. Salta la chispa. Una especie de iluminación que no buscas, la mayoría de las veces te la encuentras".
Derecho a la minoría de edad
Última tendencia en pediatría, en la sanidad pública: medición antropométrica y radiografías óseas a las niñas, entre 8 y 10 años, para determinar con fiable aproximación cuándo comenzarán a menstruar. Si se prevé un inicio temprano, se administran hormonas a fin de retrasar el desarrollo natural de la paciente. La autoridad médica, con su ministra a la cabeza (supongo), debe de haber despejado la incógnita de la ecuación: si las menores de edad pueden abortar sin conocimiento ni mucho menos consentimiento de sus padres, lo suyo es posponer razonablemente su capacidad de concebir. Ingeniería médica al servicio de las leyes del Estado.
Es lo último, no lo más deprimente (a menudo sórdido), de la obsesión habida en estos últimos años por legislar y controlar sobre todos los aspectos de la vida privada, incluida la vida privada de los niños. Estamos cansados de oír y presenciar siempre el mismo debate sobre menores y su responsabilidad legal, derechos, mayoría de edad, consentimiento en relaciones sexuales, capacidad de decisión en temas como el aborto, y un etcétera tan extenso que, la verdad, da grima. Aquí nadie se plantea en serio el derecho elemental, humano, tan natural e improfanable: el derecho de los niños a ser niños; a tener una infancia plena, feliz y cuanto más extensa mejor.
Los filántropos con anteojeras y los fanáticos de los derechos a toda máquina, ni la infancia respetan. Son como un elefante en una juguetería. Malditos.
viernes, 25 de noviembre de 2011
Premio de novela Monteleón
José Vicente Pascual González - Blogs
Diario de León
25/11/2011
La Fundación Monteleón ha decidido crear un nuevo premio de novela corta que estará dotado con 6.000 euros, una apuesta por la creación literaria cuyo objetivo es «consolidar el liderazgo que a nivel creativo ostenta la provincia de León desde hace décadas», anunció ayer el gerente de la Fundación Monteleón y director de Caja España-Duero en León, Dionisio Domínguez, quien compareció junto a José Manuel Fernández Corral, director general adjunto de Caja España-Duero, para dar a conocer un galardón cuyas bases completas pueden consultarse en www.fundacionmonteleon.es.
Para Domínguez, el premio «viene a cubrir un hueco importante en el panorama de los premios literarios leoneses» sobre todo en lo que respecta a este formato de novela corta, «dinámico y ágil», pero a la vez «complicado para el escritor» por la necesidad de condensación y síntesis que requiere.
Los originales, siempre inéditos, de tema libre y escritos en castellano, han de remitirse antes del 31 de enero de 2012 a la Fundación Monteleón, bien por correo postal, bien a novelacorta@fundacionmonteleon.es. La extensión no puede ser inferior a 70 páginas ni superar las 100.
Y es que, además de incidir en lo prolífico de la producción literaria que desde hace décadas viene caracterizando a la provincia de León, otro de los fines del premio es el de «descubrir nuevos valores». También se refirió Dionisio Domínguez a la «vocación de continuidad» que tiene la convocatoria y la alta calidad literaria del propio jurado, formado, casi todo, por nombres leoneses «conocidos de todo el mundo», recalcó.
Ante el hecho de que últimamente la Fundación Monteleón esté apareciendo con asiduidad en los medios por su patronazgo de iniciativas culturales —como el Festival de Música de Cámara—, Fernández Corral, quien acudió en representación de Urbano González Santos, presidente de la fundación, que no pudo estar presente por un pequeño achaque de salud, dijo que el plan es sacar adelante «iniciativas culturales de calidad y que sean referente en su campo», mientras que la Obra Social de la Caja se ocupará de asuntos de tipo más social.
También anunció el próximo libro de la colección etnográfica, sobre hórreos leoneses.
jueves, 24 de noviembre de 2011
José Rizal
José Vicente Pascual González - Blogs
Manila, 24 nov (EFE).- Las novelas del héroe nacional filipino, José Rizal, consideradas obras maestras de la literatura del país asiático, recobran tras décadas de olvido el español en el que fueron creadas con una edición basada en los manuscritos originales.
La colección Filipiniana Clásica, financiada por la fundación local Vibal con la colaboración del Instituto Cervantes, arranca con un volumen bilingüe en inglés y español de "Noli me Tangere", considerada la obra magna de las letras filipinas y publicada por primera vez en Berlín en 1887.
"Era casi imposible encontrar la edición en español en Filipinas. Propuse hacer este trabajo porque como lector lo considero necesario para que los aficionados a Rizal dispongan de la versión original", explica a Efe Isaac Donoso, filólogo español que ha dirigido la nueva edición.
En las últimas décadas se habían realizado cuatro ediciones del "Noli Me Tangere" en castellano con la ortografía actualizada, una en Venezuela y tres en España, pero ninguna en Filipinas, donde la obra se estudia en todas las escuelas en inglés y tagalo.
Donoso subraya que "es la primera vez que se lanza una edición crítica, con anotaciones de contexto histórico y cultural y con una historia textual" de la obra.
Para ello, el lingüista ha estudiado minuciosamente una copia escaneada del manuscrito original y ha ido descifrando cada uno de los tachones que el autor filipino fue dejando, lo cual le ha permitido incluir en las notas a pie de página las palabras que Rizal optó por eliminar del texto.
"La primera edición es la base, pero tenía cerca de 1.000 pequeños cambios con respecto al manuscrito. Hemos tratado de respetar la voluntad del autor", subraya.
Tras su primera aparición en Alemania, donde Rizal residía temporalmente, la novela fue prohibida en el archipiélago por las autoridades coloniales españolas, que la consideraban "subversiva" por describir los abusos de los frailes y de los gobernantes provenientes de la metrópoli.
Rizal fue fusilado en 1896, a los 35 años, acusado de sedición por el régimen español, aunque nunca defendió abiertamente la independencia filipina, sino que abogaba por que las islas constituyeran una provincia española de pleno derecho y por el fin de los abusos a los nativos.
"Para un filipino es la obra cumbre del país. Por ella mataron a su autor, tiene un significado profundo", explica Donoso.
El título está en lengua latina y significa "no me toques", en referencia a un pasaje de la Biblia en que Jesucristo pronuncia esa frase ante María Magdalena después de su resurrección.
Con ello Rizal quería resaltar que nadie antes se había atrevido a tratar algunos de los asuntos centrales de la novela.
Esta nueva versión se enmarca dentro de los actos de conmemoración del 150 aniversario del nacimiento de Rizal, oftalmólogo de profesión y considerado el héroe de la independencia de Filipinas.
Aunque ideada para su comercialización en las librerías filipinas, Donoso destaca que la obra será reeditada en los próximos meses por el Instituto Cervantes dentro de la colección Clásicos Hispanofilipinos para llegar al público hispano.
Donoso, afincado en Manila desde hace ocho años, ya trabaja en una edición similar de la otra gran obra de Rizal, "El filibusterismo", segunda parte de "Noli me tangere" publicada por primera vez en 1891 y también una referencia ineludible de la literatura filipina en español.
Menos del 3 por ciento del total de la población de Filipinas habla castellano, que a mediados del siglo XX perdió su estatus de idioma de la intelectualidad filipina a favor del inglés, instaurado por Estados Unidos durante su colonización.
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Sarrionandia agradece «la valentía» al concederle el Premio Euskadi
José Vicente Pascual González - Blogs
Diario Vasco - 24-11-2011
El escándalo más sonado de la literatura vasca de los últimos años llegó ayer a su aparente final con las palabras, precisamente, de su principal y hasta ahora ausente protagonista. Joseba Sarrionandia, escritor desaparecido desde 1985 tras fugarse de la cárcel de Martutene donde estaba condenado por ser miembro de ETA, tomó ayer la palabra -por boca de su hermana- en la gala de entrega de los Premios Euskadi de Literatura para defender públicamente la concesión a su libro 'Moroak gara behelaino artean?' ('¿Somos moros entre la niebla?') del galardón al mejor ensayo en euskera de 2011. Fueron apenas cinco párrafos -un folio remitido vía correo electrónico a su familia presumiblemente desde Cuba- con los que Sarrionandia quiso zanjar la polémica surgida el 3 de octubre al anunciar el Gobierno vasco su decisión de «retenerle» los 18.000 euros del premio hasta que la Justicia confirmara que el escritor no tenía causas pendientes.
Se trata de la primera vez que las opiniones de Sarrionandia llegan de forma directa, sin intermediarios, a Euskadi. Fuera de su extensa producción literaria, en este cuarto de siglo han sido contadas las ocasiones en que ha hecho públicas sus reflexiones personales: apenas dos entrevistas en publicaciones literarias y un artículo de opinión sobre una de las treguas de ETA.
Tras recoger el galardón de manos de la consejera Blanca Urgell, Mariaje Sarrionandia leyó una carta, escrita íntegramente en euskera, en la que su hermano ofrece su particular visión sobre todo lo acontencido estas últimas semanas y en la que intenta aclarar el fondo mismo del argumento de su obra, que según su parecer, no se ha debido entender del todo bien. «En la prensa se ha dicho, para tratar de defenderme, que yo no escribo sobre la política de nuestro pueblo. Pero todas las páginas del libro son sobre política. Quizá no en los términos de las discusiones de la calle o los medios, pero después de la introducción histórica, las últimas 300 páginas son reflexiones sobre nuestro conflicto y las oportunidades que tenemos para solucionarlo», analiza en su misiva.
«Jurado valiente»
Sarrionandia también aprovecha la comunicación para agradecer al jurado del certamen la «valentía» que ha tenido a la hora de premiarle, «porque aun a sabiendas de las consecuencias que ello iba a tener, han decidido seguir adelante». A renglón seguido, el escritor demuestra que, a pesar de encontrarse en paradero desconocido, sigue en contacto gracias a Internet con la actualidad española y ha estado al tanto de lo que se ha escrito sobre él, sobre todo «en la prensa española». Llegado a este punto, habla en tercera persona cuando «agradece a todos los que han salido en defensa del satanizado, sobre todo por la prensa española, donde los vascos, en muchos aspectos, tenemos que andar como en tierra de enemigos».
Más adelante, Sarrionandia asegura haber leído este año otros «cuatro hermosos libros de ensayo que no se merecían menos que yo este premio». En concreto, se refiere a obras de Koldo Izagirre, Patziku Perurena, Ignazio Aiestaran y Kepa Altonaga, estos dos últimos finalistas este año en la misma modalidad en la que él se ha hecho con el galardón. «Según he ido leyéndolos me he dado cuenta de que mis preocupaciones y mis angustias eran, de una forma, las mismas que las de ellos», confiesa.
El escritor cierra su carta con una alusión directa a un artículo sobre esta polémica publicado en El Correo, al que se refiere como «el periódico del Don Celes de mi niñez». Es el «único que me ha llegado en papel» y en él leyó una columna de opinión firmada por un profesor de la UPV. Según Sarrionandia, su autor defendía que cualquier gobierno tiene la obligación de impulsar la «literatura de su cuerda». «De ahí se puede sacar la conclusión de que se hace literatura según el gobierno que la promociona y no al contrario. La literatura debe explicar de forma natural los problemas y tiene que plantear preguntas, mientras que el papel de las administraciones sólo es promocionarlas», opina para cerrar su carta.
El resto de la gala se celebró sin mayores sobresaltos. Los otros seis premiados recogieron los galardones de manos de Blanca Urgell, la máxima representante del Gobierno vasco, que estuvo acompañada por su viceconsejero, Antonio Ribera. «Esperemos que este sea el punto final a todo lo que ha pasado», comentó en tono optimista poco antes del inicio de la ceremonia.
martes, 22 de noviembre de 2011
Recortes en educación
Pasaba lista y empezaba la clase.
Leer y escribir, lo básico. Asignaturas de lectura y caligrafía, para leer y escribir bien (la caligrafía con plumilla, tinta, palillero y papel secante), sobre cuadernos milimetrados. Una falta de ortografía equivalía a un suspenso.
Leer y escribir, ya me acuerdo, sí; y declamación (apréndete La canción del pirata y rema); matemáticas (las reglas de tres no se me daban mal), lengua española, redacción (descriptivas y narrativas, faltaría más), historia sagrada, geografía, ciencias naturales...
La geografía era asignatura de temerle: los ríos más importantes de España (veintiséis), con sus afluentes por la derecha y por la izquierda; todas las provincias con sus poblaciones más importantes (Santander, Potes, Laredo, Torrelavega, Ramales, Reinosa, Villacarriedo, San Vicente, Castro Urdiales, Santoña, Comillas y Liébana); geografía universal, oiga, ciudades más importantes de China: Shangay, Tien Sing, Mukden. Kantón y Nankin; vale, aprobadillo; mas ahora ,dibújeme el mapa de Perú, señale en el mapa ciego de Suramérica dónde está Sucre... y luego, si tiene tiempo, hágame el favor de recitar los concilios de la Iglesia, hábleme del cisma de Avignon y, de paso, repáseme los mártires más señalados de la sexta persecución contra los cristianos, la de Septimio Severo.
Como éramos niños y no nos entraba tanta información en la cabeza, esperaban a que cumpliésemos once años para enseñarnos a operar con quebrados (fracciones, ya saben), las unidades de medición, las ecuaciones de primer y segundo grado, los volúmenes y sus fórmulas. Se temía mucho al área del dodecaedro y no digamos a su volumen. Y la métrica en literatura española, claro, ese era otro mundo, incluso a veces el profesor se ponía puntilloso y nos colocaba un exámetro latino, qué poca consideración, porque el latín no se empezaba a estudiar hasta los doce años; y ni hablar del griego hasta los catorce. La formulación en química inorgánica y orgánica, la trigonometría, derivadas e integrales sí se impartían antes, con trece años; igual que la historia de la literatura francesa (en francés, claro, para qué nos lo iban a poner fácil). A la historia del arte le temíamos menos, total, diferenciar una catedral gótica de un templo románico, o el estilo pictórico medieval del renacentista, era bastante simple.
Salía el profesor y nos poníamos en pie.
Y bueno, con eso ya estábamos medio preparados para el examen de reválida. Con un cinco de nota sobraba para que nos dieran el título de Bachillerato Elemental. Con menos de cinco, no.
Elemental, de lo más elemental...
La verdad es que cuando oigo hablar de recortes en educación, me entra como una tristeza grande, la cual no es nostalgia, lo prometo, sino amor propio a medio herir. ¿Por qué nadie ha protestado por los recortes en educación hasta hoy?
Leer y escribir, lo básico. Asignaturas de lectura y caligrafía, para leer y escribir bien (la caligrafía con plumilla, tinta, palillero y papel secante), sobre cuadernos milimetrados. Una falta de ortografía equivalía a un suspenso.
Leer y escribir, ya me acuerdo, sí; y declamación (apréndete La canción del pirata y rema); matemáticas (las reglas de tres no se me daban mal), lengua española, redacción (descriptivas y narrativas, faltaría más), historia sagrada, geografía, ciencias naturales...
La geografía era asignatura de temerle: los ríos más importantes de España (veintiséis), con sus afluentes por la derecha y por la izquierda; todas las provincias con sus poblaciones más importantes (Santander, Potes, Laredo, Torrelavega, Ramales, Reinosa, Villacarriedo, San Vicente, Castro Urdiales, Santoña, Comillas y Liébana); geografía universal, oiga, ciudades más importantes de China: Shangay, Tien Sing, Mukden. Kantón y Nankin; vale, aprobadillo; mas ahora ,dibújeme el mapa de Perú, señale en el mapa ciego de Suramérica dónde está Sucre... y luego, si tiene tiempo, hágame el favor de recitar los concilios de la Iglesia, hábleme del cisma de Avignon y, de paso, repáseme los mártires más señalados de la sexta persecución contra los cristianos, la de Septimio Severo.
Como éramos niños y no nos entraba tanta información en la cabeza, esperaban a que cumpliésemos once años para enseñarnos a operar con quebrados (fracciones, ya saben), las unidades de medición, las ecuaciones de primer y segundo grado, los volúmenes y sus fórmulas. Se temía mucho al área del dodecaedro y no digamos a su volumen. Y la métrica en literatura española, claro, ese era otro mundo, incluso a veces el profesor se ponía puntilloso y nos colocaba un exámetro latino, qué poca consideración, porque el latín no se empezaba a estudiar hasta los doce años; y ni hablar del griego hasta los catorce. La formulación en química inorgánica y orgánica, la trigonometría, derivadas e integrales sí se impartían antes, con trece años; igual que la historia de la literatura francesa (en francés, claro, para qué nos lo iban a poner fácil). A la historia del arte le temíamos menos, total, diferenciar una catedral gótica de un templo románico, o el estilo pictórico medieval del renacentista, era bastante simple.
Salía el profesor y nos poníamos en pie.
Y bueno, con eso ya estábamos medio preparados para el examen de reválida. Con un cinco de nota sobraba para que nos dieran el título de Bachillerato Elemental. Con menos de cinco, no.
Elemental, de lo más elemental...
La verdad es que cuando oigo hablar de recortes en educación, me entra como una tristeza grande, la cual no es nostalgia, lo prometo, sino amor propio a medio herir. ¿Por qué nadie ha protestado por los recortes en educación hasta hoy?
viernes, 18 de noviembre de 2011
Luces de otoño
La Vía de la Plata se está convirtiendo en un escenario familiar. 700 kilómetros, siete horas de viaje hasta León. Y ya.
Ha amanecido hoy la ciudad bajo el capote de noviembre, nublos que no son por aquí muy frecuentes y que convierten a León en escenario un poco más irreal (aún más). La luz de acero, filosa, no encuadra bien en estos lugares, por lo general radiantes. Y muy fríos. Tan fríos que precisamente por ser hoy jornada de nubes y vahos gélidos, "no ha hecho demasiado frío". Eso afirman los lugareños. A un servidor, casi siempre recién llegado del valle del Guadalquivir, esa relatividad del frío y las nubes de plomo cargadas de helor le parece una pequeña crueldad. Hace un frío de caerse los pájaros de los árboles.
En la catedral, Sonia quería repasar algunas vidrieras del trascoro. Al final, lo más llamativo de todo: la vidriera cegada en la capilla de la Natividad de María. Como siempre, lo que no se ve, lo que se ha esfumado ante nuestros ojos, posee más misterio y es mucho más evocador que la realidad pura, tan... real.
Entre el derroche de luz de otoño filtrada por las vidrieras y los colores imposibles, mágicos, de la ornamentación más sutil y al mismo tiempo poderosa que puede encontrarse en occidente, nos hemos quedado mudos, pensativos, ante una vidriera sin luz y sin imágenes. Ante nada.
Pero cómo bullía nuestra imaginación.
Ha amanecido hoy la ciudad bajo el capote de noviembre, nublos que no son por aquí muy frecuentes y que convierten a León en escenario un poco más irreal (aún más). La luz de acero, filosa, no encuadra bien en estos lugares, por lo general radiantes. Y muy fríos. Tan fríos que precisamente por ser hoy jornada de nubes y vahos gélidos, "no ha hecho demasiado frío". Eso afirman los lugareños. A un servidor, casi siempre recién llegado del valle del Guadalquivir, esa relatividad del frío y las nubes de plomo cargadas de helor le parece una pequeña crueldad. Hace un frío de caerse los pájaros de los árboles.
En la catedral, Sonia quería repasar algunas vidrieras del trascoro. Al final, lo más llamativo de todo: la vidriera cegada en la capilla de la Natividad de María. Como siempre, lo que no se ve, lo que se ha esfumado ante nuestros ojos, posee más misterio y es mucho más evocador que la realidad pura, tan... real.
Entre el derroche de luz de otoño filtrada por las vidrieras y los colores imposibles, mágicos, de la ornamentación más sutil y al mismo tiempo poderosa que puede encontrarse en occidente, nos hemos quedado mudos, pensativos, ante una vidriera sin luz y sin imágenes. Ante nada.
Pero cómo bullía nuestra imaginación.
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Equívocos
Me reconozco un poco insistente en estos temas, pero en fin: hay elecciones generales en cuatro días, y no unas elecciones de trámite precisamente. Es mucho lo que mucha gente se juega. Todos nos la jugamos, creo.
Prometo no insistir hasta pasado el 20-N. Pero es que este vídeo de Gabilondo no tiene desperdicio. ¿Cómo se pueden mezclar tanto y confundir tanto los conceptos? ¿Nadie le ha explicado a este hombre la diferencia entre democracia, libertades políticas y soberanía nacional? ¿Desde cuándo se puede perder algo que, en rigor, nunca se ha tenido?
En todo caso, un recordatorio para el popular periodista. Como decía Bukowski, "La diferencia entre una dictadura y una democracia es que en una dictadura se sabe quién manda, y en una democracia se sabe quién no manda".
Equívocos, sí. Verdades incómodas, no lo niego. Pero la verdad es la verdad, la diga Bukowski o el camarero de Bukowski.
Prometo no insistir hasta pasado el 20-N. Pero es que este vídeo de Gabilondo no tiene desperdicio. ¿Cómo se pueden mezclar tanto y confundir tanto los conceptos? ¿Nadie le ha explicado a este hombre la diferencia entre democracia, libertades políticas y soberanía nacional? ¿Desde cuándo se puede perder algo que, en rigor, nunca se ha tenido?
En todo caso, un recordatorio para el popular periodista. Como decía Bukowski, "La diferencia entre una dictadura y una democracia es que en una dictadura se sabe quién manda, y en una democracia se sabe quién no manda".
Equívocos, sí. Verdades incómodas, no lo niego. Pero la verdad es la verdad, la diga Bukowski o el camarero de Bukowski.
martes, 15 de noviembre de 2011
Tumbas y banderas
Algunos amigos (y amigas), me lo recordaron ayer.
El artículo está publicado en IDEAL de Granada, el 18 de septiembre de 2008.
Uno se queda estupefacto, bastante incrédulo y un poco desalentado al comprobar que los años no han cambiado nada las cosas. Ni a uno mismo...
Decía así:
FEDERICO García Lorca no está enterrado en una cuneta, tirado como un perro a la vera del camino. Ni Federico García Lorca ni quienes tuvieron la desdicha de compartir con él la fosa común cercana al barranco de Víznar. El entorno donde yacen el poeta y sus compañeros de infortunio es, desde hace muchos años, un lugar de culto a su memoria, enaltecimiento de las víctimas de la guerra civil y repudio de la intolerancia homicida. Acotado y convenientemente vallado, embellecido, cuidado en la medida y a la manera en que Granada vela por sus entornos históricos -o sea, regular tirando a mal-, cada año se congregan en el lugar cientos de personas, celebrando el evento poético-literario más importante de nuestra agenda cultural. Durante todo el año, diariamente, son muchos los viajeros, curiosos y estudiosos que frecuentan el parque García Lorca en las afueras de Alfacar. Mausoleo que podía ser más hermoso, pero no más apropiado. Ni más indicado.
Los familiares de las víctimas de la guerra civil -hablo, conscientemente, de las que pertenecían al bando republicano y que sufrieron persecución durante la guerra y represión en la posguerra-, han tenido treinta y dos años para reclamar su derecho a la exhumación de los cuerpos habidos en fosas comunes. Franco no murió antes de ayer. No tenemos una Constitución soberana y leyes democráticas desde la semana pasada. ¿Sólo ahora resurge ese dolor de quien sabe que un ser querido fue fusilado y sepulto a trascampo? Permítanme una frase impopular, pero tal como la siento la digo: No me lo creo.
De este trasiego de muertos y fosas, este renacer de la memoria necrófila, el resurgir de la España de la muerte que aventa sus cenizas a setenta años de concluida la guerra civil, y treinta y tres de la muerte del dictador, no me creo nada.
Alguien tiene algo que ganar. Eso sí me lo creo.
La misma izquierda que hace treinta años organizaba nutridos y curtidos servicios de orden con instrucciones de apalear a quienes tuviesen la osadía de sacar una bandera republicana en una manifestación, es ahora la que agita, histérica y vengativa, una memoria de la que fueron ellos los primeros en proclamar la conveniencia de su extravío. No les creo. Algo tienen que ganar, seguro.
Nos convencieron, por las buenas o por las malas, de que la reconciliación nacional era absolutamente necesaria para la instauración de la democracia en España. Crecimos pues, finalmente, en esa cultura de avenencia, perdón y olvido de rencores, aunque no de los desastres de la guerra ni, por supuesto, la inconveniencia de las dictaduras. Mas hoy asistimos, atónitos, a la reinvención de la ética por parte de quienes defendieron con todo vigor la amnistía para los policías torturadores, 'incontrolados', paramilitares y otras bandas criminales del franquismo.
No me equivoco, porque tengo memoria, si recuerdo que esa izquierda agotó las existencias de colgadura y banderas rojigualdas al día siguiente del intento de golpe de Estado de Tejero. Llevaban encima 'la estanquera' hasta para ir a la compra. Daba gusto oír a Santiago Carrillo clamar «viva España» al final de sus mítines en aquel tiempo. Aquí se perdona y se olvida cuando conviene, no cuando se debe. Por eso me barrunto que en la súbita y milagrosa recuperación de los ayes y lamentos, la herida no cerrada y estos afanes por resarcirse del agravio, algo tienen que ganar.
Que nos llamen insensibles, cínicos, fachas o le que les salga de entrecanales, pero que no nos vuelvan a tomar por tontos. A un servidor ya le partieron la cara una vez, por sacar una tricolor un primero de mayo, y el energúmeno que casi me deja tuerto no llevaba uniforme gris ni camisa azul sino brazalete de Comisiones Obreras. Otra hostia no van a colocarme, eso lo tengo bien claro. Ni otra vez van a engañarme.
Si quieren seguir con su negocio, y para el óptimo auge del mismo precisan reeditar un discurso que aborrecían cuando, en su momento, hubiese sido de ley defenderlo, allá ellos. Si quieren comportarse tal como Plutarco afirmaba de los fenicios, «sumisos con los dominadores, tiránicos con quienes dominan», es su problema, su disyuntiva moral por así decirlo. Para el camino -que es un andurrial del NoDo-, ya pueden ir olvidándose de algunas aquiescencias; por ejemplo, la de quienes sufrían la ira y violencia de los matones con brazalete de esa izquierda. Arriesgarse a alzar la bandera roja en una concentración pública y acabar con un ojo morado, era casi un axioma matemático; porque aquellos aguerridos defensores de la reconciliación, redaños para plantar cara a otra gente no tenían, todo hay que decirlo. El charol de la Guardia Civil y el brillo de los zapatos de la policía política les desarbolaban las convicciones. Con ingenuos, pánfilos estudiantes empeñados en reeditar el mayo francés 'a la granaína', ya se ponían más duros. Si tienen memoria, que hagan memoria.
Por cierto, y ya puestos a reverdecer el gusto por sentirse minoría: ¿Dónde hay que apuntarse a la desobediencia civil en el caso de que el 'chef' Garzón, nuestro deslumbrante especialista en justicia de autor, decida profanar el sepulcro de Federico García Lorca, ante las narices de todos los granadinos? Me apunten a intifada en el barranco de Víznar. Corro al bazar de la esquina a comprar un pañuelo palestino.
lunes, 14 de noviembre de 2011
El ciclo «La letra en la imagen» arrancará el próximo día 21 con la proyección de la película «Las uvas de la ira»
LEVANTE-EMV VALENCIA
La Filmoteca del Instituto Valenciano del Audiovisual y la Cinematografía (IVAC) iniciará el 22 de noviembre un nuevo ciclo trimestral, titulado La letra en la imagen, que repasará las mejores adaptaciones al cine de grandes obras de la literatura universal.
El proyecto cuenta con la colaboración de la Biblioteca Pública de Valencia y cada tres meses la Filmoteca programará la adaptación cinematográfica de una obra literaria analizada en los talleres de lectura abiertos al público organizados por la Asociación de Amigos de la Biblioteca, según fuentes de la entidad.
El próximo 21 de noviembre el taller se centrará en Las uvas de la ira, de John Steinbeck, una de las obras maestras de la novela estadounidense del siglo XX que recibió el premio Pulitzer en 1940 cuya adaptación a la gran pantalla, dirigida por John Ford, se proyectará los días 22 y 23 en la sala Luis G. Berlanga.
El día 28, en la Biblioteca, el jefe de Programación de La Filmoteca, José Antonio Hurtado, realizará el correspondiente análisis de la película en relación a la obra literaria.
Producida por Darryl Zanuck en 1940, y escrita por Nunnally Johnson, Las uvas de la ira fue protagonizada por Henry Fonda, Jane Darwell y John Carradine. El filme obtuvo dos Oscars, al mejor director y para Jane Darwell como mejor actriz secundaria, y estuvo nominada al mejor actor, mejor montaje, mejor adaptación, mejor sonido y mejor película.
El ciclo continuará con títulos como El gatopardo, una novela escrita por Giuseppe Tomasi di Lampedusa y adaptada al cine por Luchino Visconti en 1963, y estuvo protagonizada por Burt Lancaster, Alain Delon y Claudia Cardinale.
La Filmoteca del Instituto Valenciano del Audiovisual y la Cinematografía (IVAC) iniciará el 22 de noviembre un nuevo ciclo trimestral, titulado La letra en la imagen, que repasará las mejores adaptaciones al cine de grandes obras de la literatura universal.
El proyecto cuenta con la colaboración de la Biblioteca Pública de Valencia y cada tres meses la Filmoteca programará la adaptación cinematográfica de una obra literaria analizada en los talleres de lectura abiertos al público organizados por la Asociación de Amigos de la Biblioteca, según fuentes de la entidad.
El próximo 21 de noviembre el taller se centrará en Las uvas de la ira, de John Steinbeck, una de las obras maestras de la novela estadounidense del siglo XX que recibió el premio Pulitzer en 1940 cuya adaptación a la gran pantalla, dirigida por John Ford, se proyectará los días 22 y 23 en la sala Luis G. Berlanga.
El día 28, en la Biblioteca, el jefe de Programación de La Filmoteca, José Antonio Hurtado, realizará el correspondiente análisis de la película en relación a la obra literaria.
Producida por Darryl Zanuck en 1940, y escrita por Nunnally Johnson, Las uvas de la ira fue protagonizada por Henry Fonda, Jane Darwell y John Carradine. El filme obtuvo dos Oscars, al mejor director y para Jane Darwell como mejor actriz secundaria, y estuvo nominada al mejor actor, mejor montaje, mejor adaptación, mejor sonido y mejor película.
El ciclo continuará con títulos como El gatopardo, una novela escrita por Giuseppe Tomasi di Lampedusa y adaptada al cine por Luchino Visconti en 1963, y estuvo protagonizada por Burt Lancaster, Alain Delon y Claudia Cardinale.
José Vicente Pascual González - Blogs
sábado, 12 de noviembre de 2011
Ya no hay clases
Hace unos años, no muchos, el sujeto de debate político eran las diferencias y contradicciones entre clases sociales: la burguesía, el proletariado, el campesinado, los jornaleros, la pequeña burguesía urbana... Quienes sufrían marginación, pobreza o injusticia extrema tenían también nombre de clase social: lumpemproletariado.
El materialismo histórico aplicado a sociedades concretas fue transformándose del Gran Hermano de Orwell a una parodia de El Gran Dictador de Chaplin. Se acabó el discurso sobre clases sociales y comenzó, imparable, la reivindicación fragmentada en sectores interclasistas, a quienes se les puso el nombre poco original pero muy descriptivo de colectivos: amas de casa y mujeres en general, vecinos, homosexuales en todas sus vertientes, ecologistas, consumidores (ahora llamados usuarios), antiloquesea (tabaco, toros, uso privado del automóvil...), discapacitados, afectados por el Forum Filatélico y sume usted lo que quiera, pues colectivos hay a cientos, puede que millares.
Otra vuelta al mecanismo. La controversia política se traslada al DNI y sus respectivas localizaciones. Nunca antes, en una campaña electoral como la que afortunadamente concluye el próximo 20N, se había hablado tanto de andaluces, catalanes, vascos y vascas.
De las clases sociales a los gremios. De los gremios a los territorios. ¿Será que regresa, inapelable, el feudalismo?
Lo que tengo bastante claro es que avanzar, lo que se dice avanzar, no avanzamos.
El materialismo histórico aplicado a sociedades concretas fue transformándose del Gran Hermano de Orwell a una parodia de El Gran Dictador de Chaplin. Se acabó el discurso sobre clases sociales y comenzó, imparable, la reivindicación fragmentada en sectores interclasistas, a quienes se les puso el nombre poco original pero muy descriptivo de colectivos: amas de casa y mujeres en general, vecinos, homosexuales en todas sus vertientes, ecologistas, consumidores (ahora llamados usuarios), antiloquesea (tabaco, toros, uso privado del automóvil...), discapacitados, afectados por el Forum Filatélico y sume usted lo que quiera, pues colectivos hay a cientos, puede que millares.
Otra vuelta al mecanismo. La controversia política se traslada al DNI y sus respectivas localizaciones. Nunca antes, en una campaña electoral como la que afortunadamente concluye el próximo 20N, se había hablado tanto de andaluces, catalanes, vascos y vascas.
De las clases sociales a los gremios. De los gremios a los territorios. ¿Será que regresa, inapelable, el feudalismo?
Lo que tengo bastante claro es que avanzar, lo que se dice avanzar, no avanzamos.
José Ramón Fernández
José Vicente Pascual González - Blogs
EL PAÍS-10-11-2011
Rosana Torres
La noticia de la concesión del Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Literatura Dramática por su obra La colmena científica o el café Negrín le ha llegado a José Ramón Fernández (Madrid, 1962) en la Bretaña francesa donde se encuentra estos días antes de asistir en París a varias actividades organizadas en torno a él. Por un lado se representa su obra Nina, que en España le estrenó la actriz Laila Marull, en el teatro Les Deschargeus, donde permanecerá hasta finales de diciembre; el martes leen su obraBabilonia en el Teatro de Rond Point, sala en la que se han programado a más autores españoles, lo que pone de relieve el momento brillante que están viviendo los dramaturgos en España, fuera de nuestras fronteras.
Por otra parte el lunes los responsables del Teatro del Oprimido de Augusto Boal, que desde hace años tiene una sede en París, le han organizado lo que el define de "emboscada", en la que los actores de dicho teatro, que ya se han estudiado su obraLa tierra, le van a hacer una entrevista pública y colectiva, pero como si los que preguntaran fueran sus propios personajes. Por último el día 23 de noviembre dentro de la programación del XX Festival Don Quijote de París, se representará La Colmena científica o El café de Negrín, el montaje basado en la obra galardonada, en el Cafe de la Danse, una sala, podría decirse, de teatro alternativo, y reconocida por los buscadores de espectáculos distintos.
Dice que lógicamente se alegra por recibir el galardón y los 20.000 euros de dotación, pero que el mayor placer le llega por el hecho de que este es un proyecto que va más allá de lo que es escribir una obra: "Muchas veces se piensa que este premio es por la trayectoria del autor, y no es así, es por una obra del año anterior, y para mí El café de Negrín [siempre la llama así] es muy importante, por lo que significa como elemento para dar a conocer algo fundamental en la historia española del siglo XX [la obra narra el papel que jugó la Residencia de Estudiantes], me siento muy orgulloso de haber estado en él, y sí tengo alguna duda de los méritos de este trabajo, serían sobre la obra, porque el proyecto sí que es fundamental y vale la pena".
Para ilustrar su teoría Fernández cuenta que la semana pasada el montaje estuvo en Logroño y se habló de lo que significaba la Residencia como proyecto de un país: "Sólo por ver la curiosidad reflejada en la cara de los jóvenes espectadores ya vale la pena, no sabían quiénes eran los personajes, Moreno Villa, Negrín, sólo quizá Unamuno, y es muy importante que se sepa quiénes fueron y lo que hicieron".
Fernández que no oculta que su generación "está sin bautizar", dice que tiene su momento de gloria gracias a que son muchos los jóvenes directores que ya no tienen miedo al "autor vivo capaz de dialogar" y también que a partir de 2004 el hasta diciembre director del Centro Dramático Nacional, Gerardo Vera, empieza a programar en sus teatros públicos, a esta generación entre los que encontramos a García May, Juan Mayorga, Sergi Bellbel, Laila Ripoll, Angélica Liddel, Rodrigo García, Raúl Hernández, LLuisa Cunillé, Alfredo Sanzol y tantos otros. Fernández apunta que en el mismo sentido ha influido la postura de Mario Gas en el Teatro Español de Madrid.
No obstante la situación podía ser mucho más dulce, pero hay cosas que lo impiden. "El problema más evidente, tremendo y cruel que tenemos los dramaturgos españoles es el de los impagos, fundamentalmente de los municipios de toda España, lo que significa que las compañías están dejando de trabajar. Además está el problema, que yo no tengo, pero veo en compañeros, de falta de espacios, sobre todo para la gente más joven, que deberían estar más en los escenarios, aunque para mí es muy difícil hablar de problemas en la situación que estoy, que como estrene una cosa más me van a querer echar del país", dice con sorna y una risa de niño al que le acaban de regalar un enorme tren eléctrico.
Se da la paradoja de que el montaje de la obra premiada, de cuya gira se ha responsabilizado Teatro El Cruce sin intervención pública, prácticamente no ha cobrado ningún "bolo" de los muchos que se han llevado a cabo por toda la geografía española. Ha sido Teatro el Cruce quien ha ido adelantando el sueldo de actores, técnicos y sus dietas, pero ha llegado a una situación de ahogo absoluto y se da la circunstancia de que esta mañana, junto con la buena noticia del Premio Nacional para el autor, se han encontrado con que ya no les quedaba fondos pues la mayoría de Ayuntamientos no les han pagado sus honorarios, a pesar de haber llenado siempre los teatros, pero como tantas veces se está denunciando en los últimos tiempos, ahora es el teatro el que subvenciona a las administraciones (en estos casos municipales) y no al revés, lo cual no deja de ser chusco. De ahí que esté en peligro la representación de La Colmena científica en París, pues no tendrían dinero para desplazarse y mantenerse allí.
Y en España...
Además de su actividad parisina en España se están viendo, con enorme éxito, sus obrasLa ventana de Chigrinsky, la ganadora La colmena científica y como adaptador, labor que hace brillantemente a menudo, La alegría de vivir, de Noel Coward, en el Teatro Galileo de Madrid y El avaro, de Moliére con dirección de Jorge Lavelli y Juan Luis Galiardo al frente del reparto.
El exultante premiado trabaja desde muy jovencito ligado al mundo del teatro y en la actualidad en el Centro de Documentación Teatral: "Un trabajo del que estoy orgullosísimo, estar en ese equipo de profesionales es un estímulo diario, porque conseguimos que el teatro no sea tan efímero y pueda permanecer más allá de nuestras memorias", concluye.
Los que también muestran exultantes eran José García Velasco, impulsor de este proyecto como responsable de los actos de conmemoración del Centenario de la Residencia de Estudiantes de Madrid (que ha dirigido durante años), y el responsable de la puesta en escena, Ernesto Caballero, nombrado hace unos días nuevo director del Centro Dramático Nacional donde se estrenó La colmena científica.
La noticia de la concesión del Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Literatura Dramática por su obra La colmena científica o el café Negrín le ha llegado a José Ramón Fernández (Madrid, 1962) en la Bretaña francesa donde se encuentra estos días antes de asistir en París a varias actividades organizadas en torno a él. Por un lado se representa su obra Nina, que en España le estrenó la actriz Laila Marull, en el teatro Les Deschargeus, donde permanecerá hasta finales de diciembre; el martes leen su obraBabilonia en el Teatro de Rond Point, sala en la que se han programado a más autores españoles, lo que pone de relieve el momento brillante que están viviendo los dramaturgos en España, fuera de nuestras fronteras.
Por otra parte el lunes los responsables del Teatro del Oprimido de Augusto Boal, que desde hace años tiene una sede en París, le han organizado lo que el define de "emboscada", en la que los actores de dicho teatro, que ya se han estudiado su obraLa tierra, le van a hacer una entrevista pública y colectiva, pero como si los que preguntaran fueran sus propios personajes. Por último el día 23 de noviembre dentro de la programación del XX Festival Don Quijote de París, se representará La Colmena científica o El café de Negrín, el montaje basado en la obra galardonada, en el Cafe de la Danse, una sala, podría decirse, de teatro alternativo, y reconocida por los buscadores de espectáculos distintos.
Dice que lógicamente se alegra por recibir el galardón y los 20.000 euros de dotación, pero que el mayor placer le llega por el hecho de que este es un proyecto que va más allá de lo que es escribir una obra: "Muchas veces se piensa que este premio es por la trayectoria del autor, y no es así, es por una obra del año anterior, y para mí El café de Negrín [siempre la llama así] es muy importante, por lo que significa como elemento para dar a conocer algo fundamental en la historia española del siglo XX [la obra narra el papel que jugó la Residencia de Estudiantes], me siento muy orgulloso de haber estado en él, y sí tengo alguna duda de los méritos de este trabajo, serían sobre la obra, porque el proyecto sí que es fundamental y vale la pena".
Para ilustrar su teoría Fernández cuenta que la semana pasada el montaje estuvo en Logroño y se habló de lo que significaba la Residencia como proyecto de un país: "Sólo por ver la curiosidad reflejada en la cara de los jóvenes espectadores ya vale la pena, no sabían quiénes eran los personajes, Moreno Villa, Negrín, sólo quizá Unamuno, y es muy importante que se sepa quiénes fueron y lo que hicieron".
Fernández que no oculta que su generación "está sin bautizar", dice que tiene su momento de gloria gracias a que son muchos los jóvenes directores que ya no tienen miedo al "autor vivo capaz de dialogar" y también que a partir de 2004 el hasta diciembre director del Centro Dramático Nacional, Gerardo Vera, empieza a programar en sus teatros públicos, a esta generación entre los que encontramos a García May, Juan Mayorga, Sergi Bellbel, Laila Ripoll, Angélica Liddel, Rodrigo García, Raúl Hernández, LLuisa Cunillé, Alfredo Sanzol y tantos otros. Fernández apunta que en el mismo sentido ha influido la postura de Mario Gas en el Teatro Español de Madrid.
No obstante la situación podía ser mucho más dulce, pero hay cosas que lo impiden. "El problema más evidente, tremendo y cruel que tenemos los dramaturgos españoles es el de los impagos, fundamentalmente de los municipios de toda España, lo que significa que las compañías están dejando de trabajar. Además está el problema, que yo no tengo, pero veo en compañeros, de falta de espacios, sobre todo para la gente más joven, que deberían estar más en los escenarios, aunque para mí es muy difícil hablar de problemas en la situación que estoy, que como estrene una cosa más me van a querer echar del país", dice con sorna y una risa de niño al que le acaban de regalar un enorme tren eléctrico.
Se da la paradoja de que el montaje de la obra premiada, de cuya gira se ha responsabilizado Teatro El Cruce sin intervención pública, prácticamente no ha cobrado ningún "bolo" de los muchos que se han llevado a cabo por toda la geografía española. Ha sido Teatro el Cruce quien ha ido adelantando el sueldo de actores, técnicos y sus dietas, pero ha llegado a una situación de ahogo absoluto y se da la circunstancia de que esta mañana, junto con la buena noticia del Premio Nacional para el autor, se han encontrado con que ya no les quedaba fondos pues la mayoría de Ayuntamientos no les han pagado sus honorarios, a pesar de haber llenado siempre los teatros, pero como tantas veces se está denunciando en los últimos tiempos, ahora es el teatro el que subvenciona a las administraciones (en estos casos municipales) y no al revés, lo cual no deja de ser chusco. De ahí que esté en peligro la representación de La Colmena científica en París, pues no tendrían dinero para desplazarse y mantenerse allí.
Y en España...
Además de su actividad parisina en España se están viendo, con enorme éxito, sus obrasLa ventana de Chigrinsky, la ganadora La colmena científica y como adaptador, labor que hace brillantemente a menudo, La alegría de vivir, de Noel Coward, en el Teatro Galileo de Madrid y El avaro, de Moliére con dirección de Jorge Lavelli y Juan Luis Galiardo al frente del reparto.
El exultante premiado trabaja desde muy jovencito ligado al mundo del teatro y en la actualidad en el Centro de Documentación Teatral: "Un trabajo del que estoy orgullosísimo, estar en ese equipo de profesionales es un estímulo diario, porque conseguimos que el teatro no sea tan efímero y pueda permanecer más allá de nuestras memorias", concluye.
Los que también muestran exultantes eran José García Velasco, impulsor de este proyecto como responsable de los actos de conmemoración del Centenario de la Residencia de Estudiantes de Madrid (que ha dirigido durante años), y el responsable de la puesta en escena, Ernesto Caballero, nombrado hace unos días nuevo director del Centro Dramático Nacional donde se estrenó La colmena científica.
viernes, 11 de noviembre de 2011
Carlos Ruiz Zafón - El prisionero del cielo
Barcelona
Carlos Ruiz Zafón, el escritor español vivo con más lectores en todo el mundo, publica el 17 de noviembre El prisionero del cielo(editorial Planeta). Esta nueva novela es la tercera de la serie de cuatro que tiene como hilo conductor el Cementerio de los Libros Olvidados, un misterioso y barroco espacio en los subterráneos de la vieja Barcelona que ya acompaña en el olimpo de lugares literarios míticos al París apache de Eugenio Sue, el castillo de If de Alejandro Dumas, la Zenda de Anthony Hope o Macondo. La tirada inicial de un millón de ejemplares se suma a los más de 25 millones en circulación por cincuenta países de las dos entregas anteriores, La sombra del viento y El juego del ángel.
Se cumple, precisamente, este año un decenio de la aparición de la novela que marcó un punto de inflexión en su vida. Carlos Ruiz Zafón (Barcelona, 1964) inició su trayectoria literaria en 1992 conEl príncipe de la niebla, novela juvenil a la que siguieron otras tres que, si bien le proporcionaron numerosos lectores y cierta estabilidad económica, no le dieron visibilidad literaria. La sombra del viento, su primera novela para adultos, le proyectó internacionalmente en pocos años a un nivel desconocido para autores peninsulares.
El escritor, sin embargo, no considera que este proceso le haya cambiado personalmente, “ni mi modo de trabajar o de entender las cosas –dice–. Yo llevo dedicado a esto ya unos 20 años, y para mí siempre ha sido un camino progresivo. Uno va dando pequeños pasos y, al cabo del tiempo, empieza a ver la distancia recorrida. Lo que más ha cambiado es la percepción que otras personas pueden tener de mí o el modo en que a veces se sienten llamados a reaccionar, sea positiva o negativamente, pero fuera de eso, yo soy la misma persona que era, algo más cascado y, espero, algo más experimentado”.
¿Qué tipo de relación mantiene con sus lectores? ¿Le condicionan sus comentarios? ¿En algún momento ha llegado a agobiarle el ser una persona conocida y muy leída?
La principal relación de un escritor con sus lectores es a través de su obra. Uno trabaja duro e intenta crear lo mejor de lo que es capaz para ofrecérselo. En las ocasiones en que he tenido la oportunidad de hablar con lectores por todo el mundo, la relación siempre ha sido muy positiva, y me ha sorprendido la generosidad y entusiasmo de la gente por mi trabajo. Me considero muy afortunado y no me siento condicionado, al menos conscientemente, por los comentarios. La mayoría de los que me hacen llegar los lectores son ánimos para que siga escribiendo, y eso, en todo caso, es un estímulo. Y por lo que se refiere a la popularidad, creo que, en el caso de los escritores, es algo llevadero y amable. Imagino que grandes ídolos deportivos u otros personajes deben vivirlo de un modo muy diferente, pero a los escritores, normalmente, sólo se les aproximan los lectores y siempre de un modo respetuoso, amable y que no supone agobio alguno. Al menos esa ha sido mi experiencia durante muchos años.
¿En qué país o área lingüística han funcionado mejor sus libros?
La mayor parte de mis lectores están ubicados en todos los países de Europa y en Estados Unidos, pero he tenido experiencias muy positivas en otros lugares de los cinco continentes. En cuanto a lenguas, posiblemente la que más éxitos me ha deparado es el inglés, seguido del alemán, el francés, el italiano, el español, el holandés, el polaco y otros muchos.
Ha tenido varias ofertas para llevar al cine La sombra del viento, pero no han acabado de cuajar. ¿Por qué?
Es que nunca he tenido interés en transformar mis libros, especialmente el cuarteto del Cementerio de los Libros Olvidados, en otra cosa que no fuesen novelas. Nunca he acabado de entender por qué todo tiene que transformarse en una película, una serie de televisión, un videojuego o lo que sea. Yo siempre he visto estas obras como libros sobre el mundo de los libros, de la lectura, del lenguaje..., creo que ese es su mundo y ahí es donde deben estar. Por ese motivo, nunca he querido vender los derechos ni adaptarlas a ningún otro medio. Para mí, la literatura es donde hago mi trabajo personal, y el cine o la televisión, medios muy interesantes pero diferentes y que, al menos para mí, representan una experiencia muy distinta. Mi prioridad son los libros y mi trabajo personal, aunque siempre hay proyectos e ideas sobre la mesa para trabajar en otros medios.
De Carlos Ruiz Zafón se ha dicho que es un novelista gótico por su tendencia a plasmar ambientes fantasmagóricos, personajes traumáticos, atmósferas neblinosas.
No sé. Yo me veo a mí mismo simplemente como un novelista, sin etiqueta. Supongo que la reputación gótica es un tanto merecida, porque la verdad es que la mayoría de las novelas que he publicado tienen ese tinte, o cierto aire que puede hacer pensar en esa estética. Si así es como lo ven los lectores, no voy yo a discutirlo. En cualquier caso, eso de novelista gótico suena bien. No sé si será verdad, pero me quedo con la etiqueta.
Gótico o no, su universo ofrece abundantes derivaciones. Ya que, paralelamente, a la distribución deLa sombra del viento y El juego del ángel, los editores de muchos países han relanzado sus novelas juveniles anteriores (El palacio de la medianoche, Las luces de septiembre, Marina), que en España son de lectura obligatoria en colegios e institutos. ¿Siente que tiene dos tipos de bolsas de lectores, la adulta y la infantil y juvenil?
Son dos audiencias distintas, sin duda. Lo que pasa, al menos eso es lo que he comprobado en mi caso particular a lo largo de los años, es que, aunque estén separados, forman vasos comunicantes. A veces, lectores adultos sienten curiosidad por explorar las novelas juveniles de mis inicios, y a veces son jóvenes que, habiéndose aficionado a leer con esas novelas, se sienten tentados de entrar en las novelas adultas. Al margen de las diferencias y las limitaciones obvias, lo cierto es que, a menudo, un lector es un lector y la edad a veces es un factor relativo. Yo intento escribir para la gente a quien le gusta leer, sin más. Cada libro encuentra a su lector.
El prisionero del cielo marca un drástico cambio de ritmo en la tetralogía del Cementerio de los Libros Olvidados. Aunque cada novela de esta serie constituye un volumen autónomo, el buen lector zafoniano apreciará el retorno de personajes muy consolidados en libros anteriores y subtramas ya conocidas.
La novela arranca en la Navidad de 1957, a la que “le dio por amanecer todos los días de plomo y escarcha”. La librería de viejo Sempere e Hijos se vuelca en su habitual actividad, que es, a decir verdad, reducida. El protagonista de La sombra del viento, Daniel, hoy felizmente casado y padre de familia, discute con su progenitor posibles sistemas para mejorar la facturación. El inefable Fermín Romero de Torres, siempre al lado de los Sempere, está preparando su boda con Bernarda, paso importante para un impenitente solterón como él. Pero en este panorama, que, aunque austero, resulta plácido y entrañable, la llegada de un visitante inesperado devuelve de golpe los recuerdos de épocas terribles y de espacios tan siniestros como los calabozos del castillo de Montjuïc, donde, tras la entrada de las tropas franquistas en Barcelona en 1939, se practicaba una implacable represión bajo la dirección del frustrado letraherido Mauricio Valls, posteriormente prohombre del Régimen. Y, de repente, también el estable matrimonio de Daniel se ensombrece.
Pero aunque El prisionero del cielo comparte personajes abyectos y situaciones siniestras de novelas anteriores, la novedad es que el libro está también muy cargado de un humor al que Carlos Ruiz Zafón parece haber querido dar rienda suelta y que se adereza con la incorporación de un elenco de simpáticos perdedores, como el escribidor Oswaldo Darío de Mortenssen o la Rociíto, en torno a la figura central de ese lumpen atento, redicho y sorprendente que es Fermín Romero de Torres, sobre cuya identidad aparecen nuevas revelaciones.
“La idea siempre fue que El juego del ángel iba a representar el momento más oscuro y turbio de la serie –confiesa–. Es una novela complicada, pero, a través de El prisionero del cielo, se reestructura completamente, como si fuese un rompecabezas que parecía no tener sentido y, de repente, encajan todas las piezas. Creo que muchos lectores a quienes la trama de El juego del ángel les pareció difícil de entender verán ahora qué es lo que realmente estaba sucediendo y verán también a los personajes y los sucesos de esa historia de un modo muy diferente. Este siempre fue mi plan, y siempre supe que El juego… iba a dejar a algunos lectores desconcertados, pero que luego todo se aclararía y la historia cobraría toda su fuerza. Otro factor en este cuarteto de novelas es que, desde el principio, quise que cada una tuviese su propia personalidad, su propio estilo y atmósfera particular. En este sentido, El prisionero del cielo es, efectivamente, una novela con mucho humor y con un ritmo mucho más trepidante que las dos anteriores; forma parte del diseño original de la tetralogía”.
El protagonista es claramente ahora Fermín Romero de Torres, una figura directamente salida de la picaresca. ¿Qué piensa de este hijo suyo que ahora se emancipa?
Fermín siempre está ahí. Es un inquilino permanente en mi cerebro. Yo creo que ocupa de modo permanente un 25% de mi masa encefálica, y no hay modo de que me libre de él. Es un personaje muy próximo a mí, y aunque en La sombra del viento su papel era secundario, el plan original era que en la tercera parte Fermín tomaría las riendas de la historia. Fermín tenía ganas de volver, y yo tenía ganas de que volviese porque lo paso bien con él y creo que él y Julián Carax (el escritor maldito de La sombra del viento) son los dos personajes con los que mejor me entiendo y que están más cerca de mí. En El juego del ángel, a Fermín le tocó chupar banquillo, pero ahora vuelve a por la goleada. Es lo suyo. No puedo hacer nada por detenerle.
Aunque hay momentos duros, toda la novela tiene un tono de fábula, en la línea de Dickens, a quien usted rinde varios homenajes. Es un libro en el que, a diferencia de El juego del ángel, triunfan los buenos sentimientos. ¿Respondía también a un humor especial suyo?
Pasado el trago duro de El juego del ángel, me apetecía trabajar en una novela con la que disfrutase al escribir y con la que los lectores disfrutasen casi tanto como yo con ella.
La Guerra Civil es un telón de fondo muy presente en este libro. Pero su visión del tema es descreída, ácrata y sin ninguna simpatía por nadie ni por ningún bando.
Mi visión personal de las guerras y las inflamaciones y delirios ideológicos y dogmáticos de todo signo e inclinación tiende a ser escéptica, sí, y creo que eso se refleja en las historias que escribo. Las moralinas, discursos, proclamas o apologías sectarias me inspiran recelo y es que, casi sin excepción, acostumbran a enmascarar intereses mezquinos y de poco calado. La Guerra Civil fue una tragedia sin precedentes en la historia moderna de España, y nunca se me ocurriría utilizarla como excusa para construir un relato sectario o dogmático.
En El prisionero del cielo, regresa al Cementerio de los Libros Olvidados, pero tampoco ahora es fácil familiarizarse con todos sus secretos. ¿Habrá que esperar al cuarto volumen para saberlos o bien no se acabarán nunca de conocer del todo?
En El prisionero del cielo, se desvelan muchos secretos ocultos en el corazón de la serie, pero el escenario concreto del cementerio, de la biblioteca laberíntica, todavía tiene enigmas que conoceremos más adelante. En este caso, lo que ocurre es que la historia nos aporta muchas más claves sobre los personajes, su relación, sus secretos y sobre lo que realmente esta sucediendo en el centro de la intriga. Creo que El prisionero del cielo es el lugar donde el concepto de las cuatro novelas interconectadas finalmente se hace evidente, y todo lo que el lector descubre en sus páginas le permite reinterpretar los dos libros anteriores.
¿Cuánto ha tardado en escribirla? ¿Qué escena o capítulo le gusta más del nuevo libro?
Ha sido un proceso diferente al de los dos libros anteriores porque, en este caso, dediqué mucho tiempo a pensar y diseñar aspectos de la historia y su mundo antes de escribirlos. Creo que a algunos novelistas les ocurre que, a medida que pasa el tiempo, piensan en las cosas más lentamente y luego, una vez puestos, escriben más rápido. El prisionero del cielo era una historia que veía tan clara y que tenía en sí misma una energía especial que me ha llevado a trabajar más aprisa que en, por ejemplo, El juego del ángel. Por fin tenía la sensación de haber cruzado el ecuador de la historia y de iniciar ese descenso trepidante hacia el gran final que será la cuarta novela. Mi escena favorita, aunque hay muchas, es la del último baile de Fermín en una noche muy especial para él, hacia el final de la historia, aunque toda la historia que nos revela Fermín, la terrible aventura que ha guardado en secreto durante muchos años, es una de mis secciones favoritas en el cuarteto.
Recuerda el autor barcelonés que el punto de partida de sus obras “tiene diferentes niveles. El mundo de la novela en sí lo genera una premisa, un concepto, pero el relato suele empezar con una imagen, un elemento que sugiere y contiene la esencia de la historia. Y, por supuesto, toda historia es consecuencia de sus personajes. Son varios factores que convergen en un punto determinado y que le permiten ver a uno cuál es el momento específico en que debe empezar la función”. Como en los dos volúmenes anteriores, en El prisionero del cielo hay una elegía al libro en papel y a toda una tradición de la literatura popular de mucha raigambre. Por ello, muchos críticos han destacado el simbolismo de que un relato como este haya calado tan hondo en unos años en que se discute si la edición en papel dará paso del todo o sólo parcialmente (o incluso muy poco) a la edición digital. Carlos Ruiz Zafón no tiene una respuesta clara cuando se le pregunta qué quedará de su romántico universo de autores folletinescos y polvorientos libros olvidados en la nueva galaxia posgutenbergiana.
“No lo sé. Creo que la literatura, el lenguaje, las ideas y la narrativa seguirán adelante, evolucionando y respondiendo a lo que los tiempos les echen, como han hecho siempre. Cambiarán los formatos, el modo en que accedemos a las cosas, seguro. Cambian los soportes y los modos de distribuir, pero esos mismos soportes que ahora nos parecen el último grito y el futuro muy pronto serán otra pieza del pasado y serán sustituidos por otros antes de lo que imaginamos. Una sonata de Mozart es una sonata de Mozart, se escuche en un CD, en un iPod, en un podcast o en un disco de vinilo. Una novela es una novela, se lea en papel, en tinta electrónica, en una tableta o en lo que sea. Si me pregunta por mi gusto personal, creo que el libro en papel, bien editado, es un objeto maravilloso. Pero la literatura es la creación, no el soporte en el que está impresa o grabada”.
Antes de dárselos a su agente y a su editor, sólo una persona, su mujer, tiene acceso a sus textos.
Hace ya más de 20 años que Mari Carmen es mi primera y última lectora. Fermín y Carax saben que, en el fondo, los libros los escribo para ella. Es ella quien los hace posibles y quien les otorga significado.
Esa Barcelona mágica y fantasmagórica de sus novelas, que reaparece en El prisionero del cielo, ¿es una visión real que viene de su infancia? ¿Qué tanto por ciento tiene de la realidad? La Barcelona actual, ¿podría verla del mismo modo?
Mi Barcelona, si se la puede llamar así, es una estilización, una interpretación literaria de la ciudad y de su historia a través de mi propia estética personal. No es un retrato realista ni documental sobre Barcelona, sino más bien un intento de transformar la ciudad más en un personaje de la historia que en un escenario. La Barcelona actual tiene muchas lecturas, sin duda, pero es un mundo diferente. Con todo, siempre intento incorporar la esencia de lo que para mí es el espíritu de la ciudad en las historias. Mi aportación se encuentra más en la puesta en escena, la escenografía y las luces, la composición...
Actualmente, vive la mayor parte del año en Los Ángeles, donde se instaló en 1992. ¿Qué le aporta esta macrourbe californiana?
Paz, tranquilidad, clima, estímulos, amigos, intereses, experiencias y recuerdos, un escenario abierto, cosmopolita y dinámico. Para mí, es un buen lugar para trabajar y concentrarme en las cosas que cuentan de verdad y olvidar las que, aunque hagan a veces ruido, no.
¿Qué fecha se ha dado para cerrar su tetralogía del Cementerio de los Libros Olvidados?
No me pongo fechas ni plazos porque prefiero ir trabajando a mi ritmo. Cuando una novela está lista, está lista. Ni un minuto antes, ni después. Supongo, y esto es un cálculo especulativo, que la última novela de la serie verá la luz en un par o tres años a lo sumo, si todo va bien, que confío en que vaya.
José Vicente Pascual González - Blogs
Desazón
Foto: Jornaleros andaluces pasando la mañana en el bar |
“... mientras que los payeses catalanes no pueden recoger la fruta por los bajos precios, en otros sitios de España, con lo que damos nosotros de aportación conjunta al Estado, reciben un PER para pasar una mañana o toda la jornada en el bar del pueblo".
Foto: payeses catalanes intentando vender sus productos |
La afrenta es notoria. En respuesta de la dignidad andaluza, las Juventudes Socialistas de este “sitio de España”, han emitido un comunicado en el que, entre otras soflamas, se indica:
“Tenemos que levantarnos una vez más para que nuestra tierra siga avanzando paso a paso como lo ha hecho estos treinta años de democracia, porque sabemos que aún sigue quedando trabajo por hacer. Tenemos que levantarnos una vez más, como andaluces y andaluzas, recordando que las manos de nuestros abuelos y abuelas, padres y madres, ayudaron a levantar el centro de Europa en la posguerra, así como las zonas industriales de España, incluyendo Cataluña. Y sobre todo, tenemos que levantarnos una vez más, las próximas elecciones generales del 20 de noviembre, para que esas derechas que tan poco valoran lo que el pueblo andaluz hace día a día por progresar, no obtengan el poder y comiencen a sumir en un nuevo letargo a Andalucía”.
Foto: Pueblo trabajador andaluz intentando progresar |
Y entre lo fino que anduvo Lleida, la delicada oratoria de los jóvenes socialistas y el emotivo recurso estilístico de los “abuelos y abuelas”, le entra a uno como una desazón...
Lo malo no es en manos de quién estamos (deprimente de por sí), sino en manos de quiénes podríamos llegar a estar.
Lo dicho: una desazón.
Lo malo no es en manos de quién estamos (deprimente de por sí), sino en manos de quiénes podríamos llegar a estar.
Lo dicho: una desazón.
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