Si uno queda a solas con sus pensamientos, en silencio, mirando por la ventana, o hacia una pared donde cuelga un calendario, o nada (la famosa pared vacía de las películas lituanas), entonces se supone que no estamos entretenidos. Nos aburrimos. Y lo que es peor: se puede llegar a pensar demasiado y es posible que se cuelen ideas raras en la cabeza.
Si voy por la calle y veo a un señor asomado al balcón, fumando un cigarrillo y con la vista en ninguna parte, acaso conjeture con que el individuo puede estar planificando su suicidio. Porque la gente que no se entretiene, acaba tarde o temprano por sumirse en morbosas consideraciones sobre la muerte. La suya o la de otros, a ver si el menda va a ser uno de esos que la lían parda desde una azotea, con un semiautomático... Ni pensarlo quiero.
Estar a solas con nosotros, nuestro silencio, no pensar en nada... es malo. Estar entretenido debe de ser buenísimo. Nunca tuvimos tantos cachivaches electrónicos, tantas posibilidades tecnológicas y tanta oferta de ocio... y nunca tuvimos tanta necesidad de estar entretenidos. Seguramente sea porque la risa se pega y la diversión crea adicción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.